Eutanasia: De buenas intenciones está empedrado….

Bajo el título “No quiero seguir viviendo, me quiero morir”: ¿es posible una ley de eutanasia en Uruguay?, una nota del domingo 19 Junio 2022 de El País de Montevideo, cuyo link compartimos, pretende dar respuesta a un deseo que busca hacer comprender al lector.

El artículo, que en apariencia muestra con objetividad posiciones a favor y en contra, no deja de ser una contribución efectista a favor de la eutanasia. La presenta con parcialidad, desde lo emocional y testimonial, con la pretensión de hacerse eco de una necesidad humana que hoy “la ley” impide satisfacer.

Un dolor se vuelve deseo cuando se nos muestra el elemento capaz de quitarlo. Cuanto más localizada y cerca está la solución, más fuerte suele ser el deseo. En el caso de este artículo, se indica un satisfactor: la ley de la eutanasia. Los deseos son armas poderosas, utilizadas a lo largo de la historia como herramientas de transformación social. Hay deseos muy bien fundados, y también ha habido otros muchos, muy fuertes, que han querido satisfacerse cambiando, eliminando o desoyendo normas legales o éticas, nacionales o internacionales. Sobran los ejemplos desastrosos de satisfactores mal elegidos que llevaron a países enteros por caminos infernales, con daños irreparables. No vamos a profundizar en ello.

La pregunta del título induce a una única respuesta. El tema es que esa respuesta puede ser muy mala para nosotros, para nuestros hijos y para los hijos de nuestros hijos. Que la ley puede permitir la eutanasia, no hay dudas. El tema es si debe, y, a qué costo.

Algunos argumentos de quienes pensamos que no debe la ley permitir la eutanasia:

  • La eutanasia genera un incentivo económico a favor de discontinuar la vida del paciente costoso, que va contra un juramento hipocrático milenario que ha cimentado la relación médico paciente a lo largo de la historia.
  • Genera también un incentivo económico que va en dirección contraria a la inversión en cuidados paliativos. Los incentivos económicos actúan de forma silenciosa y eficaz, en este y en cualquier caso en que se aplican.
  • El derecho a morir es en realidad el derecho a eliminar las “vidas sin sentido”, un camino peligroso para todos los seres humanos, en la medida que el número de “vidas sin sentido” para uno mismo o para otros, es ilimitado.
  • En esta lógica, el concepto de “vidas sin sentido” y que por lo tanto “no merecen ser vividas”, señala y discrimina a:  quienes sufren cualquier dolor insoportable para ellos o para quienes los ven; quienes tiene graves deficiencias físicas, emocionales o culturales; las personas con enfermedades incurables; las personas mayores que ya no pueden imitar el disfrute del adolescente.
  • El quitar la vejez, la muerte, el sufrimiento, o lo desagradable, aún a costa de la vida humana, es un paso claro hacia una cultura incapaz de practicar la solidaridad y la compasión.
  • Claramente hay formas más humanas de tratar al que sufre.
  • Hay analistas que invitan a pensar si detrás de las buenas intenciones que parecen inspirar estas leyes, no se encuentra una psicología social débil, que tiene miedo a sufrir viendo sufrir y el odio estético ante situaciones reales que preferimos ocultar.

Tal cual dice el proverbio: de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno.

Mag. Pablo Torres

https://www.elpais.com.uy/que-pasa/quiero-seguir-viviendo-me-quiero-morir-posible-ley-eutanasia-uruguay.html

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Vientos nuevos: defensa de la vida

En lo que parece ser un nuevo tiempo marcado por el pasaje de la denuncia a la acción a favor de la vida, los católicos de los Estados Unidos responden al ataque de las organizaciones abortistas: con el compromiso de redoblar sus esfuerzos para acompañar a las mujeres y parejas que enfrentan embarazos inesperados o difíciles, y durante los primeros años de la paternidad, ofreciéndoles atención amorosa y compasiva a través de muchas y distintas iniciativas.

Hay indicios del comienzo de una nueva ola de reacción a favor de los derechos del ser humano no nacido. Un cambio de arie marcado por iniciativas legales que comienzan a poner límite al aborto, particularmente, cuando ya el corazón del niño puede escucharse en el vientre materno.

En este marco ha recorrida el mundo la noticia de la filtración ilegal de un borrador de la Suprema Corte de los Estados Unidos sobre el caso  Dobbs v. Jackson Women’s Health Organization, que podría marcar un nuevo hito en esta materia y que motivó la movilización y alerta de los grupos por Aborto.

El borrador reveló la opinión de uno de los jueces respecto de que el fallo Roe v. Wade de 1973 debe anularse para » devolver el tema del aborto a los representantes electos del pueblo». Es claro que la filtración no representa la opinión actual o final del tribunal.

En reacción a los contenidos de esta filtración, el lobby pro-Aborto ha organizado un conjunto de movilizaciones enfocadas en las residencias de los jueces de la Suprema Corte y en los templos de la Iglesia Católica.

Por su parte,  los grupos pro-Vida siguen con sus actividades y manifestaciones públicas, a la vez que el presidente del Comité Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de EE. UU. emitió el siguiente llamado a la oración:

“La filtración relacionada con el caso de la Corte Suprema de EE. UU. de Dobbs v. Jackson Women’s Health Organization nos recuerda la necesidad urgente de oración y acción en este momento crucial en nuestro país.

“Como católicos, nos preocupamos por cada niño por nacer y cada madre. Nuestra Iglesia ha testificado consistentemente en palabra y obra que la vida comienza en el momento de la concepción . Como compartieron los obispos en nuestra declaración De pie con las mamás necesitadas: nos comprometemos a ‘redoblar nuestros esfuerzos para acompañar a las mujeres y parejas que enfrentan embarazos inesperados o difíciles, y durante los primeros años de la paternidad, ofreciéndoles atención amorosa y compasiva a través de iniciativas como Walking with Moms in Need y muchas otras’.

“Al mismo tiempo, mientras esperamos la decisión de la Corte, instamos a todos a que intensifiquen sus oraciones y ayunos para que la decisión final de la Corte produzca la revocación de Roe y Casey.

“Esperamos y oramos por un cambio en nuestras leyes y estamos listos para ayudar a todas las mujeres embarazadas que lo necesiten en cada una de nuestras comunidades.

“Nuestra Señora de Guadalupe, ruega por nosotros y guíanos”.

Soplan vientos nuevos. Quiera Dios que marquen un despertar del valor de la vida en occidente.

32 países acuerdan defender en la ONU el valor de la persona humana

El jueves 21 de octubre de 2020 marca un hito histórico en la visión inclusiva de los Derechos Humanos.  La declaración “Geneva Consensus Declaration” (Declaración de Ginebra: Consenso), es un documento por el que 32 Estados, que representan 1.600 millones de personas, unen esfuerzos para la promoción de la salud de la mujer y el fortalecimiento de la familia.

 La declaración explicita 7 puntos:

  1. Reafirmamos que “todos son iguales ante la ley” y que los derechos humanos de las mujeres y las niñas son “parte inalienable, integral e indivisible de todos los derechos humanos y libertades fundamentales”;
  2. Ponemos de relieve que los hombres y las mujeres tienen “igualdad en el goce de todos los derechos civiles y políticos”, así como los derechos económicos, sociales y culturales; y que “la igualdad de derechos, de oportunidades y de acceso a los recursos, la distribución equitativa entre hombres y mujeres de las responsabilidades respecto de la familia y una asociación armoniosa entre ellos es indispensable para su bienestar y el de su familia”; y que “las mujeres y las niñas deben tener igual acceso a una educación de calidad, a los recursos económicos y a la participación política, así como las mismas oportunidades que los hombres y los niños en el empleo, el liderazgo y la adopción de decisiones a todos los niveles”;
  3. Reafirmamos, en tanto inherentes, “la dignidad y el valor de la persona humana”; que “el derecho a la vida es inherente a la persona humana”; y el compromiso que permite “los embarazos y los partos sin riesgos” y da a las parejas “las máximas posibilidades de tener hijos sanos”;
  4. Ponemos de relieve que “en ningún caso se debe promover el aborto como método de planificación de la familia” y que “cualesquiera medidas o cambios relacionados con el aborto que se introduzcan en el sistema de salud se pueden determinar únicamente a nivel nacional o local de conformidad con el proceso legislativo nacional”; Reafirmamos que “el niño (…) necesita protección y cuidados especiales (…) tanto antes como después del nacimiento” y que “se deben adoptar medidas especiales de protección y asistencia en favor de todos los niños” , basándose en el principio del interés superior del niño;
  5. Reafirmamos que “la familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”, que “la maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales” y que “las mujeres desempeñan una función decisiva en la familia”, así como reafirmamos la contribución de las mujeres “al bienestar de la familia y al desarrollo de la sociedad”;
  6. Reconocemos que “la cobertura sanitaria universal es fundamental para alcanzar no solo los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionados con la salud y el bienestar”, además de que “la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” y que “el hecho de que los sistemas de atención de la salud den prioridad al tratamiento de las enfermedades y no al mantenimiento de un estado óptimo de salud también impide la adopción de un planteamiento integral”; y que hay necesidades en “las diferentes etapas de la vida de los individuos”, lo que en conjunto apoya una salud óptima durante toda la vida, y supone brindar la información, las aptitudes y la atención necesarias para obtener los mejores resultados posibles en materia de salud y realizar plenamente el potencial humano; y
  7.  “Reafirmamos la importancia de la titularidad nacional y la función y la responsabilidad primordiales que tienen los gobiernos a todos los niveles de determinar su propia manera de lograr la cobertura sanitaria universal, según su contexto y sus prioridades nacionales”, a la vez que se preservan la dignidad humana y los derechos y las libertades proclamados en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Luego, los representantes de las naciones firmantes se comprometieron a colaborar con miras a:

  • garantizarles a las mujeres el pleno goce de los derechos humanos y la igualdad de oportunidades en todos los niveles de la vida política, económica y pública;
  • mejorar y garantizar el acceso de las mujeres a los avances en materia de salud y desarrollo, en particular de salud sexual y reproductiva, que siempre deben promover una salud óptima, el grado máximo de salud que se pueda lograr, sin incluir el aborto;
  • reafirmar que no existe un derecho internacional al aborto, ni recae sobre los Estados una obligación internacional de financiar o facilitar los abortos, en consonancia con el consenso internacional de larga data de que cada nación tiene el derecho soberano de implementar programas y actividades coherentes con sus leyes y políticas;
  • fomentar la capacidad de nuestro sistema de salud y movilizar recursos para implementar programas de salud y desarrollo que atiendan las necesidades de mujeres y niños en situaciones de vulnerabilidad y promuevan la cobertura sanitaria universal;
  • fomentar políticas de salud pública favorables a las mujeres y niñas, así como a las familias, en particular para fomentar la capacidad del sistema sanitario y movilizar recursos en nuestros países, en marcos bilaterales y en foros multilaterales;
  • apoyar la función de la familia como la base de la sociedad y como fuente de salud, apoyo y cuidado; y
  • entablar un diálogo en el sistema de las Naciones Unidas para hacer realidad estos valores universales, reconociendo que individualmente somos fuertes, pero juntos lo somos más.

Según informa ACI Prensa, el Secretario de Servicios Humanos y de Salud (HHS) en Estados Unidos, Alex Azar, durante la ceremonia el 22 de octubre expresó que el documento tendrá efectos prácticos: “Es una herramienta crítica y útil para defender estos principios en todos los organismos de las Naciones Unidas y en todos los entornos multilaterales, utilizando un lenguaje previamente acordado por los estados miembros de esos organismos”.  Según sus palabras, la declaración fue escrita parcialmente en respuesta a una “tendencia inquietante” en las Naciones Unidas: “Cada vez con mayor frecuencia, algunas naciones ricas y agencias de la ONU en deuda con ellas afirman erróneamente que el aborto es un derecho humano universal (…) Declararemos inequívocamente que no existe el derecho internacional al aborto. Con orgullo, pondremos la salud de la mujer en primer lugar en cada etapa de la vida”. 

Los estados firmantes fueron:

Kingdom of Bahrain

Republic of Belarus

Republic of Benin

Federative Republic of Brazil (cosponsor)

Burkina Faso

Republic of Cameroon

Democratic Republic of the Congo

Republic of the Congo

Republic of Djibouti

Arab Republic of Egypt (cosponsor)

Kingdom of Eswatini

Republic of The Gambia

Republic of Haiti

Hungary (cosponsor)

Republic of Indonesia (cosponsor)

Republic of Iraq

Republic of Kenya

State of Kuwait

State of Libya

Republic of Nauru

Republic of Niger

Sultanate of Oman

Islamic Republic of Pakistan

Republic of Poland

Kingdom of Saudi Arabia

Republic of Senegal

Republic of South Sudan

Republic of Sudan

Republic of Uganda (cosponsor)

United Arab Emirates

United States of America (cosponsor)

Republic of Zambia

Compartimos el link al documento completo con la traducción al español extraída de la página hhs. gov:

Fuente:

https://www.aciprensa.com/noticias/estados-unidos-y-31-paises-firman-declaracion-que-rechaza-el-derecho-humano-al-aborto-78518

https://www.hhs.gov/about/agencies/oga/global-health-diplomacy/protecting-life-global-health-policy/geneva-declaration.html

Sobre la Eutanasia: un cuento de Horacio Quiroga

La compasión


Cuando Enriqueta se desmayó, mi madre y hermanas se asustaron más de lo preciso. Yo entraba poco después, y al sentir mis pasos en el patio, corrieron demudadas a mí. Costome algo enterarme cumplidamente de lo que había pasado, pues todas hablaban a la vez, iniciando entre exclamaciones bruscas carreras de un lado a otro. Al fin, supe que momentos antes habían sentido un ruido sordo en la sala, mientras el piano cesaba de golpe. Corrieron allá, encontrando a Enriqueta desvanecida sobre la alfombra.

La llevamos a su cama y le desprendimos el corsé, sin que recobrara el conocimiento. Para calmar a mamá tuve que correr yo mismo en busca del médico. Cuando llegamos, Enriqueta acababa de volver en sí y estaba llorando entre dos almohadas.

Como preveía, no era nada serio: un simple desmayo provocado por las digestiones anormales a que la someten los absurdos regímenes que se crea. Diez minutos después no sentía ya nada.

Mientras se preparaba el café, pues por lo menos merecía esto el inútil apuro, quedámonos conversando. Era ésa la quinta o sexta vez que el viejo médico iba a casa. Llamado un día por recomendación de un amigo, quedaron muy contentas de su modo cariñoso con los enfermos. Tenía bondadosa paciencia y creía siempre que debemos ser más justos y humanos, todo esto sin ninguna amargura ni ironías psicológicas, cosa rara. Estaban encantadas de él.

—Tengo un caso parecido a éste —nos decía hablando de Enriqueta—, pero realmente serio. Es un muchacho también muy joven. Parece increíble lo que ha hecho para perder del todo su estómago. Ha leído que el cuerpo humano pierde por día tantos y tantos gramos de nitrógeno, carbono, etc., y él mismo se hace la comida, después de pesar hasta el centigramo la dosis exacta de sustancias albuminoideas y demás que han de compensar aquellas pérdidas. Y se pesa todos los días, absolutamente desnudo. Lo malo es que ese absurdo régimen le ha acarreado una grave dispepsia, y esto es para usted, Enriqueta. Cuantos más desórdenes propios de su inanición siente, menos come. Desde hace dos meses tiene terribles ataques de gastralgia que no sé cómo contener…

—Duele mucho eso, ¿no? —interrumpió Enriqueta, muy preocupada.

—Bastante —inclinó la cabeza repetidas veces, mirándola—. Es uno de los dolores más terribles…

—Como mi hermana Concepción —apoyó mi madre— cuando sufría de cálculos hepáticos. ¡Qué horror! ¡Ni quiero acordarme!

—Y tal vez los de la peritonitis sean peores… o los de la meningitis.

Nos quedamos un rato en silencio, mientras tomábamos el café.

—Yo no sé —reanudó mi madre—, yo no sé, pero me parece que debería hallarse algo para no sufrir esos dolores. ¡Sobre todo cuando la enfermedad es mortal, mi Dios!

—Apresurando la muerte, únicamente —se sonrió el médico.

—¿Y por qué no? —apoyó valientemente Clara, la más exaltada de mis hermanas—, ¡Sería una verdadera obra de caridad!

—¡Ya lo creo! —murmuró lentamente mi madre, llena de penosos recuerdos. Luisa y Enriqueta intervinieron, entusiasmadas de inteligente caridad, y todas estuvieron en armonía.

El médico escuchaba, asintiendo con la cabeza por costumbre.

—Sin embargo no crea, señora —objetó tristemente—. Lo que para ustedes es obra de compasión, para otros es sencillamente un crimen. Debe haber quién sabe qué oscuro fondo de irracionalidad para no ver una cosa tan inteligente —ya no digo justa— como es la de evitar tormentos a las personas queridas. Hace un momento, cuando hablábamos de los dolores, me acordé de algo a ese respecto que me pasó a mí mismo. Después de lo que ustedes han dicho, no tengo inconveniente en contarles el caso: hace de esto bastante tiempo.

»Una mañana fui llamado urgentemente de una casa en que ya había asistido varias veces. Era un matrimonio, en el segundo año de casados. Hallé a la señora acostada, en incesantes vómitos y horrible dolor de cabeza. Volví de tarde y todos los síntomas se habían agravado, sobre todo el dolor, el atroz dolor de cabeza que la tenía en un grito vivo. En dos palabras: estaba delante de una meningitis, con toda seguridad tuberculosa. Ustedes saben que muy poco hay que hacer en tales casos. Todo el tratamiento es calmante. No les deseo que oigan jamás los lamentos de un meningítico: es la cosa más angustiosa con su ritmo constante, siempre a igual tono. Acaban por perder toda expresión humana; parecen gritos monótonos de animal.

»Al día siguiente seguía igual. El pobre marido, muchacho impresionable, estaba desesperado. Tenía crisis de llanto silencioso, echado en un sillón de hamaca en la pieza contigua. No recuerdo haber llegado nunca sin que saliera a recibirme con los ojos enrojecidos y su pañuelo de medio luto hecho un ovillo en la mano.

»Hubo consulta, junta, todo inútil. El tercer día el dolor de cabeza cesó y la enferma cayó en semiestupor. Estaba constantemente vuelta a la pared, las piernas recogidas hasta el pecho y el mentón casi sobre las rodillas. No hacía un movimiento. Respondía brevemente, de mala gana, como deseando que la dejáramos en paz de una vez. Por otro lado, todo esto no falta jamás en un meningítico.

»La noche del cuarto día la enfermedad se precipitó. La fiebre subió con delirio a 40,6 grados, y tras ella la cefalalgia, más terrible que antes, los gritos se hicieron desgarradores. No tuve duda ninguna de que el fin estaba próximo. La crisis de exaltación postrera —cuando las hay— suele durar horas, un día, dos, rara vez más. Mi enferma pasó tres días en esa agonía desesperante, gritando constantemente, sin un solo segundo de tregua, setenta y dos horas así. Y en el silencio de la casa… figúrense el estado del pobre marido. Ni antipirina, ni cloral, nada lo calmaba.

»Por eso, cuando al séptimo día vi que desgraciadamente vivía aún en esa atroz tortura suya y de su marido y de todos, pesé, con las manos sobre la conciencia, antecedentes, síntomas, estado; y después de la más plena convicción de que era un caso absolutamente perdido, reforcé las dosis de cloral, y esa misma tarde murió en paz.

»Y ahora, señora, dígame si todos verían en eso la verdadera compasión de que hablábamos.

Mi madre y hermanas se habían quedado mudas, mirándolo.

—¿Y el marido nunca supo nada? —le preguntó en voz casi baja mi madre.

—¿Para qué? —respondió con tristeza—. No podía tener la seguridad mía de la muerte de su mujer.

—Sí, sin duda… —apoyó fríamente mi familia.

Nadie hablaba ya. El doctor se despidió, recomendando cariñosamente a Enriqueta que cuidara su estómago. Y se fue, sin comprender que de casa nunca más lo volverían a llamar.

Horacio Quiroga

Eutanasia Legal: la extraordinaria vulnerabilidad de los pacientes

La extraordinaria vulnerabilidad de los pacientes frente a sus médicos ante su posible participación en la eutanasia legal es analizara en un artículo titulado  Eutanasia no es un tratamiento médico, publicado por el Bristish Medical Bulletin de Oxford Academic, cuyos autores son J. Donald Boudrau y Margaret A. Somervielle.

Los autores expresan que:  …Es importante apreciar cómo la enfermedad afecta a las personas en todas las esferas de sus vidas. Los pacientes se vuelven intensamente vulnerables, impresionables y abiertos al abuso. Pellegrino ha resumido la naturaleza del encuentro clínico elocuentemente como «una constelación peculiar de urgencia, intimidad, inevitabilidad, imprevisibilidad y vulnerabilidad extraordinaria dentro de la cual se debe dar confianza».

Esta vulnerabilidad establece una obligación intensa y duradera de los médicos; deben responder a la persona herida con autenticidad, compasión y sentido moral. Este último exige que los médicos aprovechen y desplieguen sus influencias únicas y poderes persuasivos de una manera particular.

La naturaleza esencial de la medicina ha evolucionado con el tiempo en una dirección que reconoce la extraordinaria vulnerabilidad de los pacientes y los cuida con ferocidad contra su explotación. En parte, esto se ha logrado imponiendo límites inviolables en el terreno de acción del médico.

Además, creemos que, incluso si uno aceptara que la eutanasia era éticamente aceptable, lo cual nosotros no aceptamos, abre demasiadas puertas para el abuso.

La profesión médica ha llegado a una encrucijada; debe elegir si acepta la eutanasia como tratamiento médico, como una extensión lógica de la atención al final de la vida, o puede rechazar la redefinición de su mandato de curación que esto conllevaría.

Creemos que, mirando hacia atrás en el futuro, los eventos de eutanasia de la actualidad se verán como un punto de inflexión, no solo para la profesión de la medicina, sino también para las sociedades.

Cruzando la línea en la arena articulada por Hipócrates, que como médico «no le daré un medicamento mortal a nadie si me lo solicita, ni haré una sugerencia al respecto», resultaría en que el «médico como sanador» se convertiría en ‘doctor como verdugo’.

En resumen, la curación y la eutanasia simplemente no son compatibles y la eutanasia nunca puede considerarse «tratamiento médico».

Mag. Pablo Torres

Fuente:

https://academic.oup.com/bmb/article/106/1/45/321635

Eutanasia legal: severa disminución en la atención de pacientes terminales en Holanda

Holanda fue el primer país del mundo en legalizar la eutanasia, en 2002.

En una entrevista dada a la investigadora Dra. Anne-Mrie The a más de siete años de la aplicación de la normativa, la Dra. Els Borst, ex ministro de salud y viceprimer ministro que guió el tratamiento de  la ley a través del parlamento holandés, admitió que la calidad de la atención médica para los enfermos terminales había disminuido desde que entró en vigencia la ley.

La investigadora Dra. Anne-Mrie The dijo al respecto que “los cuidados paliativos eran tan inadecuados en Holanda que los pacientes a menudo preguntan para la eutanasia por miedo a morir en agonía porque el cuidado y el alivio del dolor son muy pobres.” La investigadora agregó que se había instalado la mentalidad de: ‘pensar que lo hemos arreglado todo de manera ordenada adoptando la eutanasia”

Esta percepción es consistente con otros estudios que indican que el cambio social ha llevado a que la actitud de negar la eutanasia sea considerada como una forma de discriminación contra las personas con enfermedades crónicas, ya sean físicas o psicológicas, porque esas personas se verán obligadas a «sufrir» más tiempo que las personas con enfermedades terminales.

Los hechos muestran que la eutanasia ha pasado de ser una medida de último recurso a una de intervención temprana.

A esto se ha sumado que la eutanasia no voluntaria ha pasado a justificarse  apelando al deber social de los ciudadanos y al pilar ético de la beneficencia.

Mag. Pablo Torres

Fuentes:

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3612319/

Eutanasia y suicidio asistido: la ilusión de salvaguardas y controles

Un artículo de la US National Library of Medicine, National Institutes of Health analiza que en todas las jurisdicciones, se establecieron leyes y salvaguardas para prevenir el abuso y el mal uso de estas prácticas. Las medidas de prevención han incluido, entre otros, el consentimiento explícito de la persona que solicita la eutanasia, la notificación obligatoria de todos los casos, la administración solo por médicos y la consulta de un segundo médico.

La investigación proporciona evidencia de que estas leyes y salvaguardas son regularmente ignoradas y transgredidas en todas las jurisdicciones y que las transgresiones no llegan a ser penadas por la justicia.

Cita ejemplos en que alrededor de 900 personas al año reciben sustancias letales sin haber dado su consentimiento explícito, o de lugares en que casi el 50% de los casos de eutanasia no se informan.

El estudio analizar que la mayor tolerancia a las transgresiones en sociedades con tales leyes representa una «pendiente resbaladiza» social, y que, aunque la intención inicial era limitar la eutanasia y el suicidio asistido a una opción de último recurso para un número muy pequeño de personas con enfermedades terminales, algunas jurisdicciones ahora extienden la práctica a recién nacidos, niños y personas con demencia.

En algunos casos, una enfermedad terminal ya no es un requisito previo y se está considerando la eutanasia para cualquier persona mayor de 70 años que esté «cansada de vivir». La legalización de la eutanasia y el suicidio asistido, por lo tanto, pone en riesgo a muchas personas, afecta los valores de la sociedad con el tiempo y no proporciona controles ni salvaguardas.

El cambio social ha llevado a que el hecho de negar la eutanasia sea considerado como una forma de discriminación contra las personas con enfermedades crónicas, ya sean físicas o psicológicas, porque esas personas se verán obligadas a «sufrir» más tiempo que las personas con enfermedades terminales. La eutanasia no voluntaria ahora se justifica apelando al deber social de los ciudadanos y al pilar ético de la beneficencia. Así, la eutanasia ha pasado de ser una medida de último recurso a una de intervención temprana.

Mag. Pablo Torres

Fuente:https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3070710/

Obispos del Uruguay: aporte para el debate sobre la Eutanasia

La Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU) difundió “Declaración sobre la Eutanasia y el Suicidio médicamente asistido. Un aporte para el debate público” con el objetivo de «contribuir al necesario y civilizado debate público sobre un tema tan relevante».

En la presentación del documento, los obispos expresaron la necesidad de que Uruguay: «acoja, proteja, promueva y acompañe a cada persona en toda su existencia, incluida la etapa final de su vida terrena, a través de la fundamental ayuda de la familia, la medicina paliativa y la genuina experiencia religiosa».

Aseguraron que «no es éticamente aceptable causar la muerte de un enfermo, ni siquiera para evitarle el dolor y el sufrimiento, aunque él lo pida expresamente. Ni el paciente, ni el personal sanitario, ni los familiares tienen la facultad de decidir o provocar la muerte de una persona…esa acción constituye un género de homicidio llevado a cabo en contexto clínico» y, aclararon, que  tampoco «es éticamente aceptable la obstinación terapéutica que consiste en querer prolongar la vida del paciente a toda costa, sabiendo que no se proporciona un beneficio al paciente».

Los Pastores resaltaron que «nuestra sociedad necesita apoyar las leyes que prevengan y desestimulen cualquier género de eutanasia y suicidio asistido». Asimismo, enfatizaron que «jurídicamente, un proyecto en favor de la eutanasia y el suicidio medicamente asistido, implica cambiar el valor absoluto de la vida humana y su carácter de derecho humano fundamental indisponible e irrenunciable, contra la Constitución y los Derechos Humanos».

Compartimos a continuación el Resumen conclusivo de la Declaración. Texto Completo Declaración sobre la Eutanasia y el Suicidio médicamente asistido. Un aporte para el debate público”

RESUMEN CONCLUSIVO

  1. A fin de que los lectores puedan comprender mejor los mensajes principales que queremos trasmitir en este documento, hacemos un resumen conclusivo: 
  2. La dignidad de la persona se fundamenta en el mismo hecho de pertenecer a la especie “humana”. La vida de cada persona es bella,única, irrepetible e insustituible. Además es limitada, la acompaña diversos sufrimientos y también la muerte. Necesitamos un Uruguay que acoja, proteja, promueva y acompañe a cada persona en toda su existencia, incluida la etapa final de su vida terrena, a través de la fundamental ayuda de la familia, la medicina paliativa y la genuina experiencia religiosa. 
  3. Valoramos enormemente la forma de accionar de la Medicina Paliativa. Lo propio de ella es cuidar, aliviar y consolar, humanizando el proceso de la muerte de forma profesional, afectuosa y cercana.
  4. No es éticamente aceptable causar la muerte de un enfermo, ni siquiera para evitarle el dolor y el sufrimiento, aunque él lo pida expresamente. Ni el paciente, ni el personal sanitario, ni los familiares tienen la facultad de decidir o provocar la muerte de una persona. En última instancia, esa acción constituye un género de homicidio llevado a cabo en contexto clínico.
  5. Tampoco es éticamente aceptable la obstinación terapéutica que consiste en querer prolongar la vida del paciente a toda costa, sabiendo que no se proporciona un beneficio al paciente. La aplicación de procedimientos diagnósticos y terapéuticos desproporcionados solo sirve para prolongar inútilmente la agonía. 
  6. La sedación paliativa es una indicación médica científica y éticamente correcta, que se plantea cuando los pacientes padecen síntomas refractarios que le provocan un sufrimiento intolerable. Exige un control clínico permanente del efecto buscado y requiere para su inicio el consentimiento explícito o implícito del paciente, o en caso de incapacidad, delegado en un familiar directo.Los cuidados básicos (alimentación, hidratación, aseo, cambios posturales) deben continuarse y ser periódicamente evaluados.
  7. Nuestra sociedad necesita apoyar las leyes que prevengan y desestimulen cualquier género de eutanasia y suicidio asistido. Valoramos las leyes que han permitido el acceso universal a programas de salud mental, a la medicina paliativa y al sistema nacional de cuidados, pero aún es preciso desarrollar programas que faciliten su cumplimiento y la accesibilidad real a toda la población.
  8. Jurídicamente, un proyecto en favor de la eutanasia y el suicidio médicamente asistido, implica cambiar el valor absoluto de la vida humana y su carácter de derecho humano fundamental indisponible e irrenunciable, contra la Constitución y los Derechos Humanos.
  9. Se induce a error y se abre la puerta a una cadena de violaciones de la dignidad de la persona humana cuando se pretende legalizar la eutanasia y la asistencia al suicidio, mediante el uso de términos genéricos tales como “sufrimientos insoportables” y cuando se los quiere justificar con conceptos vagos como “autonomía absoluta”, “vida indigna de ser vivida” y “muerte digna”. Ninguno de estos términos tienen interpretaciones claras y unívocas. La experiencia en otros países demuestra que terminan dando lugar a diversos abusos.
  10. En las enfermedades graves y más aún cuando probablemente se acerca la muerte, las personas se encuentran por lo general especialmente necesitadas y deseosas de múltiples apoyos, así como de asistencia religiosa. Se trata de un hecho coherente con la naturaleza espiritual del ser humano constatado a nivel sociológico. La Iglesia, servidora de la humanidad, quiere ofrecer la luz de la vida eterna que emana de Cristo muerto y resucitado, capaz de llenar de amor, misericordia y esperanza las situaciones más complejas y, en muchas ocasiones, dolorosas de la existencia humana. Solo así podremos llegar con paz y dignidad a expresar en el momento final sentimientos confiados y palabras similares a aquellas de Jesucristo en su agonía: “En tus manos, Padre, encomiendo mi espíritu” (Lc 23,46).

Como obispos del Uruguay hemos querido hacer nuestro aporte en esta importante problemática moral. Invocamos la protección del Altísimo para que ilumine a los representantes del Pueblo a fin de que legislen a la luz de la dignidad de la persona y los Derechos Humanos. Del mismo modo pedimos a Dios que oriente y fortalezca al personal de la salud, a las comunidades cristianas y a las familias, para que cuiden y respeten el valor incondicional de las personas que se acercan al final de la vida.

Fuente: sitio web de la Conferencia Episcopal del Uruguay

COVID 19: el rescate de la dimensión espiritual

En los últimos días hemos visto en Uruguay, por lo menos tres publicaciones que parecen estar marcando un nuevo y saludable rescate de la importancia práctica de la dimensión espiritual.

La primera es del Cardenal Daniel Sturla, apoyando sus argumentos en Benedicto XVI para demostrar de manera inequívoca que es absolutamente válido y racional sostener que, en el Uruguay de hoy, no hay nada más práctico que las cosas de Dios.  Cualquiera sea la posición frente a la existencia de Dios, o a la concepción de la relación del hombre con Dios, no puede haber duda racional de que la afirmación del Cardinal se sustenta en lo hechos y en la razón. En parte de su alocución se preguntaba: “Entonces: ¿no es práctico Dios?, ¿no es necesario Dios en esta sociedad uruguaya con dos suicidios por día en promedio?, ¿no es importante que la gente, que todos, encontremos que la vida tiene sentido, que la vida es bella, que la vida vale la pena de vivirse? Qué realmente la vida es un don de Dios, del que no somos dueños absolutos. Qué el mundo no gira sobre si mismo. Y que no somos hechos solo para que nos realicemos en un sentido egoísta, que puede tener el término narcisista, hedonista, sino que somos hechos para los demás, y que ahí se juega nuestra vida y nuestro sentido. Que si Dios nos ha colocado en el mundo es porque tenemos una misión; porque tenemos un porvenir que no se queda solamente en el final de la muerte, sino que se abre a una vida eterna, que si bien es regalo de Cristo por su sangre en la cruz, es un regalo del cual él mismo Señor nos quiere hacer partícipes con nuestra libertad responsable. Que aquí sí, debe responder al amor con amor, que está llamada a aceptar esa invitación a la vida plena, haciendo ya plenitud de vida, en el amor concreto que se hace servicio a nuestros hermanos y honra y gloria a Dios.”

En otra publicación, titulada ¿Qué hacer? ¿Cómo hacerlo?, el Dr. Ignacio de Posadas analiza que: “Vivimos una crisis de la Democracia; una crisis de la educación, una crisis de valores. Los críticos más simplistas achacan las culpas a las jerarquías: los gobiernos, los políticos, las autoridades de la educación, los liderazgos. Pero la cosa no es tan fácil.” Y más adelante, luego de citar el libro de Jaime Durán Barba, en “La Política en el Siglo XXI”, dice: “Porque el drama está en que antes de perder de vista los valores, la cultura occidental abandonó lo que soportaba y daba vida a esos valores: la fe en Dios.”

Luego hubo una tercera publicación que esperemos esté marcando el inicio de un nuevo tiempo. El Dr. Leonardo Guzmán, en su columna del diario El País, bajo el título “Urgencias del Espíritu”, refiera a la mencionada publicación de de Posadas y reflexiona que: “Poniendo énfasis en mensajes nobles y combatiendo los disparates de moda, hace falta cimentar de nuevo los valores no solo desde la fe, puesto que son de orden público espiritual y debemos contar con la sed y el impulso de ateos, agnósticos y una legión de solitarios que juntan como pueden destellos del Misterio. Unos enclavarán su idealidad en la fe religiosa, otros en la fe filosófica, otros en la transformación social, pero todos debemos oírnos recíprocamente para ensanchar el espíritu construyendo grandes coincidencias.”.

El Dr. Guzmán culmina su brillante columna preguntando:
“¿No es hora entonces de dejar atrás el mutismo espiritual en que cayó el liberalismo laico y retomar las profundidades que nos infundieron grandeza cuando nos erguíamos sobre convicciones, en vez de contentarnos con llenar formularios huecos y embocar en la “múltiple opción”?

Se trata en definitiva, de rescatar la verdadera laicidad de su deformación en laicismo, uno de cuyas más tristes consecuencias es el “mutismo espiritual” que deshumaniza a la sociedad y la deja a merced de los grupos de poder y vaivenes de la moda.

Mag. Pablo Torres

Referencias:

https://www.elpais.com.uy/opinion/columnistas/leonardo-guzman/urgencias-espiritu.html

https://www.elpais.com.uy/opinion/columnistas/ignacio-de-posadas/hacerlo.html