¿Cuándo y quién escribió este texto?

A quienes no conocen este texto, los invitamos a leerlo sin prejuicios y a imaginar en qué año fue escrito:

Por lo demás, entre cristianos, ni la mujer sin el varón, ni el varón sin la mujer. (1Cor 11,11) Es lo que dice San Pablo. En el evangelio, el hombre y la mujer se encaminan juntos hacia el Reino. Cristo llama al hombre y a la mujer sin separarlos. Dios los une y la naturaleza los junta, dándoles, por una conformidad admirable poder participar en las mismas funciones y las mismas obras. Por el lazo del matrimonio, Dios hace de dos seres uno solo y de uno solo hace dos, de manera que el uno descubre en el otro un segundo “yo-mismo”, sin perder su personalidad ni confundirse con el otro.

() El texto fue escrito en la primera mitad del siglo V por San Pedro Crisólogo, Obispo de Ravenna, declarado Doctor de la Iglesia.

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Mujeres que se revelan contra la Ideología de Género

Un artículo de Catholic World Report cuenta la historia de Mary Kate Fain, alguien que no se identifica en absoluto con la Iglesia Católica. Fain ha pagado un duro precio por defender los derechos de las mujeres basados en el sexo, y no está sola en su propósito.

Según la publicación cuyo link compartimos, en julio de 2019, Fain cuestionó en la plataforma social Medium a algunas de sus amigas que, sentían la necesidad de deshacerse de sus identidades como mujeres y, en cambio, identificarse como «no binarias», ni hombre ni mujer. Al poco tiempo fue despedida de su trabajo como ingeniera de software: “Supongo que uno de mis compañeros de trabajo se quejó del artículo y me despidieron. Y desde entonces, según comentó,  comenzó a vivir una gran cantidad de “cancelaciones”: “Me cancelaron de las conferencias y me cancelaron para varios grupos en los que era voluntario, etcétera…».

 A partir ese momento, Fain, se ha convertido en una de las mujeres que luchan activamente por el derecho a tener  espacios exclusivos para su sexo,  como baños, equipos deportivos o grupos de terapia. Para ello fundó la publicación en línea 4W, especializada en temas feministas radicales como el género, la violencia masculina, la positividad sexual y la representación de las mujeres en los medios. También es cofundadora de la plataforma de redes sociales feminista Spinster.xyz y voluntaria de la Campaña de Derechos Humanos de las Mujeres (WHRC por sus sigla en inglés).

La campaña Women’s Human Rights Campaign (WHRC) es llevada adelante por grupo de académicos, escritores, organizadores, activistas y profesionales de la salud, que tienen como objetivo representar la amplitud total de la experiencia humana femenina. Su trabajo se basa en la “Declaración sobre los derechos de la mujer basados ​​en el sexo”, que tienen por objetivo presionar a las naciones para que mantengan un lenguaje que proteja a las mujeres y las niñas sobre la base del sexo en lugar de «género» o «identidad de género».

El resumen de su declaración es:

  • Reafirmamos los derechos basados ​​en el sexo de mujeres y niñas.
  • Reafirmamos la maternidad como un estatus exclusivamente femenino.
  • Reafirmamos los derechos de las mujeres y las niñas a la integridad física y reproductiva y nos oponemos a su explotación a través de la subrogación y prácticas relacionadas.
  • Reafirmamos los derechos de las mujeres a la libertad de opinión y expresión, reunión pacífica y asociación y participación política.
  • Reafirmamos los derechos de las mujeres al juego limpio en los deportes.
  • Reafirmamos la necesidad de poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas y de proteger los derechos de los niños.
  • Nos oponemos a todas las formas de discriminación contra mujeres y niñas que resultan de reemplazar «sexo» por «identidad de género» en la ley, las políticas y la práctica social.

Según Catholics News Agency, si bien, hay algunos puntos en común entre los católicos y los movimientos feministas críticas de género, también hay puntos importantes de desacuerdo. Sin embargo, entre otras cosas, ambos coinciden en señalar que el movimiento transgénero es especialmente peligroso para los niños, que a menudo superan los sentimientos de disforia de género de forma natural o se les hace creer que su género difiere de su sexo biológico simplemente porque tienen preferencias atípicas de juguetes por su sexo biológico.

Parece ser este otro de los puntos donde se le están reclamando explicaciones a la ideología de género. Día a día se suman testimonios y personas dispuestas a tomar como misión, el señalar los daños sociales de la aplicación de la concepción transgénero en la vida de las personas concretas. Según cuenta un informe de CNA cuyo link compartimos:

Charlie Evans, una mujer de 28 años que vive en el Reino Unido, está en proceso de detransición luego de identificarse como trans desde su adolescencia. Después de compartir su historia, Evans fue contactada por tantos hombres y mujeres que lamentaron sus transiciones de género que se inspiró para fundar The Detransition Advocacy Network, una organización sin fines de lucro que busca apoyar a hombres y mujeres que lamentan sus transiciones de género.

Evans le dijo a The Telegraph que ella atribuye su propio deseo de hacer la transición cuando era joven al abuso que sufrió fuera de su familia, que la hizo odiar tanto su propio cuerpo que quiso cortarse partes de él. Esa experiencia parece ser común entre las personas que se comunican con su red Detransition, agregó.

«… no puedes nacer en el cuerpo equivocado; son nuestras mentes las que necesitan tratamiento, no nuestro sexo», dijo Evans.

Fuentes:

https://www.catholicnewsagency.com/news/on-transgenderism-common-ground-and-real-differences-between-catholics-and-radical-feminists-60833

https://www.womensdeclaration.com/en/about/

La mujer: custodio de la razón

Le pese a quien le pese, la mujer ha sido y sigue siendo soporte principal en la custodia de la razón. La ha acercado en forma oportuna al oído del hombre, la ha mantenido viva en el hogar, la ha transmitido de generación en generación.

En tiempos donde la razón basada en hechos está perdiendo terreno frente al poder de la sensibilidad y del relato, se nos ocurrió la siguiente escena, que Dios quiera nunca se haga realidad. A su vez confiamos en que la mujer seguirá siendo «la muy fiel y reconquistadora» de la razón que sustenta la humanidad.

El Paraíso Perdido

La Policía de la Academia era la más astuta y poderosa de todas las instituciones que la Civilización había creado en el mundo global. Dijo a la mujer: «¿Es cierto que la Civilización les ha dicho: No destruyan las ideas ni las formas de pensar que reinan en el mundo global?» La mujer respondió a la Policía de la Academia: «Tenemos derecho sobre cualquier idea o forma de pensar que exista en el mundo global, pero no sobre la razón que permite distinguir el bien del mal, pues la Civilización nos ha dicho: No la destruyan, ni la dañen de ninguna manera, porque si lo hacen morirán.» Por ese entonces la mujer llevaba siglos asegurándose de que la razón sea respetada generación tras generación.

La Policía de la Academia dijo a la mujer: «No es cierto que morirán. Es que la Civilización sabe muy bien que el día en que sean libres de la razón, se les abrirán a ustedes los ojos; entonces ustedes serán tan grandes como la Civilización y determinarán ustedes mismas lo que es bueno y lo que no lo es.»

A la mujer le gustó esa meta que atraía la vista y que era tan excelente para alcanzar el poder de la Civilización. Tomó a la razón, la ensució, la ignoró, y renunció a ella. También convenció a su marido que andaba con ella, quien también renunció a la razón. Al fin, la realidad les abrió los ojos, y ambos se dieron cuenta de que ya no tenían la protección de la razón. Buscaron, pues, su propia narrativa que les cubrieran del vacío que les había dejado la razón.

Oyeron después la voz de la Civilización que se paseaba por el mundo global, a la hora de la brisa de la tarde. El hombre y su mujer se escondieron en su propia narrativa para que la Civilización no los alcanzara.

La Civilización llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?» Este contestó: «He oído tu voz en el mundo global, y tuve miedo porque carezco de razón; por eso me escondí en mi propia narrativa.»

La Civilización replicó: «¿Quién te ha dicho que careces de razón, acasos la has destruido?» El hombre respondió: «La mujer que pusiste a mi lado me convenció.». La Civilización dijo a la mujer: «¿Qué has hecho?» La mujer respondió: «La Policía de la Academia me engañó y he perdido la razón.»

Pablo Torres

La Ciencia y la ideología de género

A quienes procuramos defender la ley natural y el derecho natural, en el que se funda la Constitución de la República, suelen tildarnos de “fundamentalistas”. Aunque la intención sea en muchos casos peyorativa, no andan lejos del término que realmente nos define, y que es el de personas que procuran hablar “con fundamento”. No en una ideología, sino en la realidad; y más concretamente, en la ciencia. En una ciencia cuyos datos –por ser empíricos y no ideológicos- se pueden comprobar.

En el año 2010, el cómico y presentador noruego ci El primero de los capítulos de esta serie –cuyo enlace adjuntamos-, se refiere concretamente a “La paradoja de la igualdad de género”. En él entrevista a funcionarios del Estado especializados en “género” –cuyas argumentaciones a favor de esa ideología son tan pobres que dan vergüenza ajena- y a cuatro científicos, cuyos trabajos –serios y bien documentados- presentamos a continuación.

Eia parte en su análisis, de una realidad que rompe los ojos: mientras Noruega ocupa el primer lugar en el mundo en “Igualdad de género”, alrededor del 90% de las enfermeras son mujeres (tarea típicamente femenina) y alrededor del 90% de los ingenieros son hombres (tarea típicamente masculina). Eia, con buen criterio, se pregunta: ¿por qué? Una respuesta posible, es que ello se deba a la influencia cultural y social. Y la otra, es que existan diferencias innatas en los campos de interés y por tanto en el comportamiento de hombres y mujeres.

Quien le aporta al presentador la primera prueba científica de peso en este sentido, es el Dr. Richard Lippa, Profesor de Psicología de la Universidad Estatal de California. Lippa demostró que en los países más desarrollados, las personas, al ser más libres, eligen los empleos que más les gustan. Ello explica la “paradoja Noruega” de los trabajos “varoniles” realizados mayoritariamente por hombres y los trabajos “femeninos” realizados mayoritariamente por mujeres. Mientras tanto, en países donde las personas trabajan en lo que pueden y no en lo que querrían si fueran enteramente libres de elegir, se encuentran más mujeres trabajando en tecnología y otras áreas típicamente masculinas. El estudio del Prof. Lippa  abarca más de 200.000 mujeres y hombres en 53 países de Europa, América, África y Asia.

Como Lippa concluyó que sus resultados pueden deberse a diferencias biológicas innatas entre hombres y mujeres, Harald Eia decide entrevistar a un experto en comportamiento y funcionamiento cerebral infantil, el psiquiatra Trond Diseth, Consultor Jefe de la Clínica de Niños del Hospital Universitario de Oslo (Noruega). Este científico comprobó experimentalmente que, al poner niños de nueve meses frente a cuatro juguetes masculinos, cuatro juguetes femeninos y dos neutros, prácticamente todos los varones eligieron juguetes masculinos, y las niñas juguetes femeninos. Dice Diseth que “los niños nacen con una clara disposición biológica de género y comportamiento sexual.”

Las conclusiones de Diseth, llevaron a Eia a contactar y a entrevistar al Dr. Simon Baron-Cohen, miembro de la Academia Británica y profesor del Departamento de Psiquiatría y Psicología Experimental de la Universidad de Cambridge. Este especialista, investigó la reacción de bebés de un día de edad, ante objetos mecánicos, o ante rostros que se colocaron dentro del campo visual de los recién nacidos. Las niñas dirigieron mayoritariamente su mirada hacia los rostros y los niños dirigieron mayoritariamente su mirada a los objetos mecánicos. Este científico sostiene en un artículo titulado “It’s not sexist to accept that biology affects behaviour”[ii] (No es sexista aceptar que la biología afecta el comportamiento) lo siguiente: “No queremos volver a la visión de los años sesenta, de que la conducta humana está determinada únicamente por la cultura. Ahora sabemos que esta opinión estaba profundamente equivocada. Nadie discute que la cultura es importante para explicar las diferencias sexuales, pero no puede ser toda la historia.”

Finalmente, Eia entrevista a la psicóloga evolutiva Anne Campbell de la Universidad de Durham, Inglaterra. Esta científica señala que, “sobre la base de un profundo -e incluso deliberado- malentendido respecto de la teoría evolutiva, hemos sido objeto de la hostilidad feminista de “estudios de género”, que nos ha acusado de querer mantener a las mujeres en su lugar. La teoría evolutiva, argumenta, implica una diferencia “esencial” (léase biológica) entre los sexos. Aunque no pueden negar las diferencias entre los órganos reproductivos, se niegan a aceptar que haya diferencias por encima de la pelvis. Y mantienen esa visión a pesar de que se dan cuenta que la testosterona atraviesa la barrera hematoencefálica, que los fetos femeninos expuestos a sobredosis de esa hormona desarrollan en el útero intereses típicamente masculinos, y que los estudios de neuroimagen confirman la existencia de diferencias funcionales y estructurales en la organización cerebral de hombres y mujeres.”

Queda claro entonces que la biología pesa mucho a la hora de actuar como hombre o como mujer, y que si bien hay influencia de la cultura en los denominados “roles de género”, muy buena parte de los comportamientos masculinos y de los comportamientos femeninos, son innatos.

No parece sano por tanto, promover, aprobar -o abstenerse y dejar que se aprueben-, políticas públicas contrarias a la naturaleza –a la biología-, a la ley natural y al derecho natural. Si para ello hay que enfrentar con decisión y fortaleza a ciertos lobbys que atacan con adjetivos en lugar de argumentos, habrá que hacerlo por el bien del país, con la misma determinación y fortaleza que lo hicieron muchos de nuestros ancestros al enfrentar situaciones parecidas. Porque sigue siendo cierto aquello de que “Dios perdona siempre, el hombre a veces, pero la naturaleza, no perdona nunca.” Y la historia, más tarde o más temprano, siempre se encarga de premiar a los héroes y… de encontrar, juzgar y condenar a los responsables de políticas públicas que no convienen a la naturaleza humana.

Álvaro Fernández Texeira Nunes

Enemigos íntimos

Días atrás leímos en el sitio web “Que no te la cuenten”[i], un artículo originalmente publicado en el diario La Prensa[ii] y escrito por Jorge Martínez, titulado: “¡Es el liberalismo, idiota! Marxismo cultural y liberalismo: aliados.”

El artículo versa sobre la alianza marxista-liberal, en la que los marxistas ponen las ideas y los liberales, la plata. Un tema que no por conocido deja de ser interesante ver ordenado, pues con frecuencia ocurre que tenemos piezas del puzle más o menos desperdigadas y que solo cobran y dan sentido cuando se arma la imagen completa.

La tesis principal del artículo, es que si bien marxismo y liberalismo aparentan ser alternativas opuestas –“en la contienda actual habría así una izquierda revolucionaria de inspiración marxista a la que se enfrenta la derecha en todas sus variantes-” con más frecuencia de lo que parece, actúan juntos. ¿Cómo y por qué ocurre esto?

En primer lugar, es necesario tener claro que si bien es cierto que “los principales impulsores de la ideología de género, del feminismo extremo, del aborto, del laicismo intolerante, del abolicionismo penal, de la inmigración irrestricta, de la futura eutanasia o de la legalización de la droga son la izquierda y los “marxistas” (…) no son sólo ellos”.

Martínez afirma –y pensamos que con razón- que quienes financian y sostienen la revolución cultural marxista son “los mayores capitalistas del mundo, (…) los principales gobiernos sean de izquierda o derecha (…), la casi totalidad de los medios de comunicación, (…) la publicidad de las grandes empresas multinacionales y (…) el establishment cultural y de entretenimiento del planeta entero.” Y por eso concluye que si bien quienes pusieron las ideas fueron Marx, Freud, Gramsci y otros siniestros personajes de la Escuela de Frankfurt, quien pone los dólares para que todo el mecanismo funcione, es George Soros a través de su aparentemente filantrópica “Open Society Foundation” que promueve toda iniciativa tendiente a “dinamitar la santidad de la vida, la familia tradicional, la diferenciación entre los sexos, o la soberanía y la historia de los países, en especial los más débiles[iii].”

Asimismo, sostiene Martínez que si bien es lógico que “un militante de izquierda se fanatice pensando que al destruir a la familia destruirá la sociedad que aspira a transformar de raíz”, no resulta tan claro y evidente que quien financia ese tipo de actividades, sean capitalistas partidarios del “libre” mercado y quecuenten con “la adhesión obediente de intelectuales, políticos y gobernantes de una supuesta “derecha” liberal o conservadora.”

De acuerdo con el autor de la nota, la fundación de Soros toma su nombre de una obra de Karl Popper titulada, precisamente, “La sociedad abierta y sus enemigos”[iv], publicado en 1945. Según Martínez, la obra de Popper ha sido crucial “en la conversión del socialismo al liberalismo de una larga lista de políticos o intelectuales”.  

“Si lo que está en marcha es un nuevo intento de revolución comunista –sostiene Martínez-, hay demasiados capitalistas financiándola.” Cita como ejemplos –además de Soros- a Bill Gates, Warren Buffett, los Rockefeller, Michael Bloomberg, Tom Steyer, y políticos liberales como Macron, Trudeau, Merkel, Mauricio Macri… El articulista se pregunta si estos gobernantes apoyan esta “revolución” porque son torpes, porque son tontos útiles serviles al marxismo… Y la respuesta que da es que cuesta creer que lo sean “cuando hay tanto dinero en juego”.

Para descubrir los auténticos fines de esta alianza, el autor propone seguir la ruta del dinero. Pero deja la cuestión abierta, sin aventurar una respuesta concluyente.

Después de veinte años de seguir de cerca la metástasis que viene haciendo la ideología de género en el mundo occidental y cada vez menos cristiano, nosotros sí aventuramos algunas hipótesis. A nuestro juicio, en este juego, los tontos útiles no son los “liberales”: son los marxistas. A sabiendas o no, lo que parecen estar haciendo, es promover en todo el mundo políticas y comportamientos antinatalistas. ¿A quién le sirve el control de la natalidad? Los únicos beneficiados de ello serían los malthusianos del Norte, que desde el Informe Kissinger para acá, vienen manifestando una clara intención de reducir la población mundial para controlar con mayor facilitad los recursos naturales. El control del crecimiento poblacional tendría como consecuencia una menor presión sobre los recursos naturales, una retracción de la demanda y consecuentemente, una reducción –o un menor aumento- de precios de las materias primas. Como además, los grandes capitalistas son propietarios de monopolios, un bajo o nulo crecimiento del mercado de consumidores no sería para ellos un problema.

¿Y cómo puede ser que los marxistas estén de acuerdo con semejante política imperialista y colonialista, llevada adelante por sus odiados capitalistas? A nuestro juicio, lo que ocurre es que en el fondo, los marxistas son materialistas, con lo cual, el hecho de tener los bolsillos llenos, muy probablemente les lleve a hacerse –y hacer- menos preguntas que si los tuvieran vacíos, como solía suceder en otros tiempos.

¿Y quién es, a fin de cuentas, el enemigo común de estos aparentes enemigos, ahora aliados? Parecería que el peor enemigo de esta non sancta alianza, es la Iglesia Católica. ¿Por qué? Porque la Iglesia tiene 1.200 millones de fieles. Porque la Iglesia defiende la dignidad humana y se funda en la ley natural. Porque la Iglesia en lo fundamental, es inamovible. Porque la Iglesia, al ser una autoridad espiritual, goza de una enorme independencia ante el poder temporal. No hay que ser muy inteligente para entender por qué los peores y más duros ataques a la Iglesia provienen o bien desde cadenas como la CNN o la BBC, o bien desde los movimientos feministas radicales.

Por supuesto, la realidad es mucho más compleja y estos últimos comentarios no son más que hipótesis. Hipótesis que, eso sí, parecen bastante plausibles.

Álvaro Fernández Texeira Nunes

Fuentes:

[i] http://www.quenotelacuenten.org

[ii] http://www.laprensa.com.ar/ 

[iii] Es obvio que nuestro pequeño Uruguay, está naturalmente, entre los países más débiles del mundo.

[iv] En realidad, el término “sociedad abierta” fue introducido por Henri Bergson.

Imagen: <a href=https://es.pngtree.com>Gráficos de pngtree.com</a>

El Feminismo Radical despeinado por la historia

El pasado 5 de enero, el periodista Gabriel Pereyra publicó una columna en el diario “El Observador” titulada La derrota del feminismo y el amor desolado, en la cual resume de manera acertada el sentimiento que muchísimos uruguayos, y me animaría a decir muchísimos occidentales, compartimos frente al avasallamiento con que la agenda del feminismo radical, alineado a la ideología de género, pretende someter incluso nuestros pensamientos y libertad de expresión.

Sin desmerecer la justicia de reivindicaciones válidas, el planteo parte de un contraste de la evolución de la realidad frente a los reclamos y forzadas conquistas respectivas, para concluir que, “si nos centramos en una de las más dolorosas lacras que afecta a las mujeres,  la violencia doméstica, sobre todo aquella con consecuencia de muerte, el resultado ha sido un fracaso para quienes militan por esa causa”. En el año 2017, nos dice Pereyra, hubo en Uruguay 31 femicidios. En el 2018, vigente ya la nueva ley que penaliza con mayor rigor el asesinato de una mujer, vulnerando “el principio de igualdad ante la ley de todos los seres humanos”, la cantidad de femicidios se mantuvo incambiada. “Son hechos, y no opiniones”, afirma. Y a continuación analiza algunos de los factores que a su entender explican el fracaso de la estrategia:

  1. Una militancia teñida de visión ideologizada, que lejos de enfocarse en la realidad de los hechos, ignora abusos reales y radicaliza denuncias en función de intereses políticos.
  2. El perder de vista que la tragedia del femicidio está inserta en una sociedad fracturada, donde la violencia “late en todos los rincones”: una sociedad en la cual el nivel de homicidios por año y número de habitantes alcanza, conforme a parámetros internacionales, el grado de epidemia. Donde son muchísimo más altas las probabilidades de morir asesinado si uno es hombre que si es mujer, y sin embargo, “con el aval del sistema político”, se “determinó que era más grave matar a una mujer que, por ejemplo, asesinar a un niño”.
  3. “El talante agresivo, cuando no violento, de algunas manifestaciones y proclamas que se da de bruces con el intento de combatir la violencia que sufren todos los sectores de la sociedad”, que Pereyra ilustra con acierto en la falta de “solidaridad entre quienes sufren la violencia”.
  4. La evidente contradicción reaccionaria en que incurren las feministas, derivada de sus cadenas ideológicas, por la cual están “en contra de la mano dura y las penas de cárcel cuando se trata de delitos en general, porque entienden que no es la solución, pero quieren endurecer las normas cuando se trata de violencia de género, como si aquí sí fuera la solución”.

Adhiero a las apreciaciones del periodista, y me gustaría ampliarlas con algunas reflexiones propias, desde mi condición de mujer, que bajan a ejemplos prácticos por qué este feminismo radical no me representa.

Tengo un esposo, hijos, un padre, un hermano, y muchos amigos. ¿Cómo podría no resultarme una agresión ver las veredas de la Plaza Cagancha, un espacio público por excelencia, totalmente cubierto con pintadas donde, al lado del dibujo de una horca, está escrita la leyenda “Juguemos al ahorcado. Muerte al patriarcado”?

Soy católica, y no por una imposición social o por tradición familiar: soy una “conversa”, que llegó a la fe católica siendo ya  adulta. También soy una persona con estudios terciarios, que se preocupa por estar informada. En el ejercicio de mi derecho a la información, una y otra vez he escuchado a las diferentes voceras designadas de las organizaciones feministas, a través de los medios, emitir opiniones que me etiquetan y me descalifican. Frases como: “la ignorancia me llamó la atención”, “hay que hablar con cierto nivel de conocimiento”, “es una institución en que la mujer ocupa el último lugar en la estructura”, “se manejan con estereotipos”, “se quedaron en el antaño” están a la orden del día… y elijo no reproducir las más agresivas. Más de la mitad de los católicos somos mujeres. ¿No merecemos respeto? ¿Merecemos que se nos descalifique de una manera tan simplista?

Concurro asiduamente a la Parroquia del Cordón, un edificio histórico referente de la identidad montevideana. En el 8M del 2018, un grupo de aproximadamente ocho personas con el rostro tapado y cubiertas con sombreros puntiagudos color violeta, intentaron trepar las rejas perimetrales del edificio, y desde dicha posición arrojaron tres artefactos incendiarios. Las mismas personas lanzaron también contra la fachada de la iglesia bombas de vidrio rellenas de pintura roja y negra sacadas de bolsas que trajeron consigo, las cuales dañaron severamente las paredes del edificio. Durante todo el episodio, los atacantes gritaban insultos y agravios contra la institución. Cabe acotar además que mientras esto ocurría, en el interior del templo, por ser el horario habitual, había público presente que asistía a la celebración de la misa. Las personas responsables del ataque salieron del cuerpo de la marcha y, culminada su agresión, se dispersaron integrándose con el resto de los manifestantes. Esto resultó claramente visible en cualquiera de los videos que se difundieron por los distintos medios de prensa. A posteriori del ataque, la Coordinadora de Feminismos declaró que tirar bombas de pintura a una iglesia era “una forma válida de expresión”.

Si a ello le sumamos que, dentro de dicha marcha los participantes, en determinados momentos entonaron cánticos insultantes contra la Iglesia, sus autoridades y el pueblo católico, tal como lo registró la prensa; y que incidentes de este tipo no responden a una iniciativa privativa ni original del Uruguay o Montevideo, sino que remedan otros similares ocurridos en distintas partes del mundo, en particular en países de América y Europa, con idénticos cánticos, modus operandi y vestimentas, ¿cómo podrían representarme?

Pero la iglesia católica no es la única víctima de agresiones. El 28 de diciembre pasado, la periodista de Telemundo 12, Macarena Saavedra y el camarógrafo Claudio Zavala fueron agredidos durante una marcha feminista contra la violencia doméstica. Varias militantes feministas maltrataron, golpearon e insultaron a ambos comunicadores. Saavedra afirmó que la familiar de una mujer asesinada había accedido a dar una nota, y cuando comenzaron a hacerla se acercaron varias militantes feministas y golpearon al camarógrafo en la cabeza y la espalda, mientas que a ella la empujaron.

Como la mayoría de los uruguayos, y aún a riesgo de resaltar lo que debería ser evidente, aclaro que soy ferviente defensora de la igualdad de derechos para las mujeres en la sociedad, y considero que las instituciones públicas y el accionar político tienen una importancia fundamental al respecto. Pero una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa. En palabras de Gabriel Pereyra, cuando “se responde a la violencia con el puño cerrado, con la consigna crispada, ideologizada y generalista, con ignorancia sobre el origen social y científico de la violencia” por más que se “quiera vestirlo de triunfo”, el único resultado posible es el fracaso.

¿Qué camino de salida es viable para salir de esta situación? Desde otro paradigma, comparto en un cien por ciento el propuesto por el periodista aludido, que según sus propias palabras puede parecer “romántico y naif”: el del amor.

“Educar en el amor” dice Pereyra, “es que el niño (…) sepa que sus pares, masculinos o femeninos, son como él, sufren lo que él sufre y se alegran con lo que él se alegra. Y que merecen respeto más que nada (…) que exista una contención social para que quienes vivieron al margen en vez de integrados, para quienes fueron olvidados en vez de considerados, para los que fueron nunca en vez de siempre, puedan rehacer su vida carente de amor”.

Nada nuevo bajo el sol: dos mil años atrás, cuando le preguntaron a Jesús cuál era el mandamiento principal, dio una respuesta en la misma clave: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22, 37-39).

Para tender verdaderos puentes, el compromiso debe ser radical: “Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan” (Lucas 6, 27-28). Algo tan simple y tan eficiente como poner la otra mejilla… porque, amar a los que nos aman no tiene ningún mérito (Lucas 6, 29 y 32).

Sin dudas, no es un camino fácil. Pero vale la pena ponerse en marcha.

Laura Álvarez Goyoaga

Fuentes: