De vida o muerte: cuando lo esencial es invisible

La expresión “cuestión de vida o muerte” refiere a: “algo que es extremadamente importante y que a menudo involucra decisiones que determinarán si alguien vive o muere» (www.meaning88.com).

No hay muchos temas que encuadren en esta definición, pero no cabe duda de que, la Eutanasia y el Aborto, son en su esencia, cuestiones de vida o muerte. Sin embargo, hay sociedades en que, distintos grupos políticos pretender tratar a ambos como neutros a la hora de definir sus identidades partidarias. En algunos casos, sin haber anticipado claramente sus posturas en períodos electorales, los políticos son capaces de sorprender en decisiones fundamentales. Más difícil de explicar es que muchos votantes acepten la indefinición y en algunos casos, sigan siendo capaces de entusiasmarse por agrupaciones, sin exigir posturas claras en estos y otros temas de vida o muerte.

Sin embargo, sigue habiendo sociedades en que las “cuestiones de vida y muerte” continúan separando las aguas, y permitiendo diferenciar las posturas filosóficas que alientan a los representantes que elaboran las leyes. Dios quiera que no pierdan esta forma de elegir gobiernos.

¿Cómo pueden los votantes adherir y ser fieles a un grupo político que no tenga una definición sobre temas extremadamente importantes? Hace algunos años, un político uruguayo de alto perfil me contestó ante una pregunta similar que, llegadas las elecciones, la gente termina votando igual por las banderas que lo identifican. Ese político renombrado, a los pocos años recibió un impensado revés electoral.

Posiblemente la explicación requiera recurrir a la frase de Antoine de Saint-Exupéry: “Lo esencial es invisible a los ojos”, y, aunque no parezca evidente, la ausencia de definiciones fundamentales genera lealtades superficiales. Por eso, cuando se analiza el desprestigio del sistema político, deberíamos preguntarnos si una de sus razones no está en el tratamiento superficial de las cuestiones de vida y muerte.

Fuente:

https://www.meaning88.com/dictionary/a%20matter%20of%20life%20and%20death

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Eutanasia: De buenas intenciones está empedrado….

Bajo el título “No quiero seguir viviendo, me quiero morir”: ¿es posible una ley de eutanasia en Uruguay?, una nota del domingo 19 Junio 2022 de El País de Montevideo, cuyo link compartimos, pretende dar respuesta a un deseo que busca hacer comprender al lector.

El artículo, que en apariencia muestra con objetividad posiciones a favor y en contra, no deja de ser una contribución efectista a favor de la eutanasia. La presenta con parcialidad, desde lo emocional y testimonial, con la pretensión de hacerse eco de una necesidad humana que hoy “la ley” impide satisfacer.

Un dolor se vuelve deseo cuando se nos muestra el elemento capaz de quitarlo. Cuanto más localizada y cerca está la solución, más fuerte suele ser el deseo. En el caso de este artículo, se indica un satisfactor: la ley de la eutanasia. Los deseos son armas poderosas, utilizadas a lo largo de la historia como herramientas de transformación social. Hay deseos muy bien fundados, y también ha habido otros muchos, muy fuertes, que han querido satisfacerse cambiando, eliminando o desoyendo normas legales o éticas, nacionales o internacionales. Sobran los ejemplos desastrosos de satisfactores mal elegidos que llevaron a países enteros por caminos infernales, con daños irreparables. No vamos a profundizar en ello.

La pregunta del título induce a una única respuesta. El tema es que esa respuesta puede ser muy mala para nosotros, para nuestros hijos y para los hijos de nuestros hijos. Que la ley puede permitir la eutanasia, no hay dudas. El tema es si debe, y, a qué costo.

Algunos argumentos de quienes pensamos que no debe la ley permitir la eutanasia:

  • La eutanasia genera un incentivo económico a favor de discontinuar la vida del paciente costoso, que va contra un juramento hipocrático milenario que ha cimentado la relación médico paciente a lo largo de la historia.
  • Genera también un incentivo económico que va en dirección contraria a la inversión en cuidados paliativos. Los incentivos económicos actúan de forma silenciosa y eficaz, en este y en cualquier caso en que se aplican.
  • El derecho a morir es en realidad el derecho a eliminar las “vidas sin sentido”, un camino peligroso para todos los seres humanos, en la medida que el número de “vidas sin sentido” para uno mismo o para otros, es ilimitado.
  • En esta lógica, el concepto de “vidas sin sentido” y que por lo tanto “no merecen ser vividas”, señala y discrimina a:  quienes sufren cualquier dolor insoportable para ellos o para quienes los ven; quienes tiene graves deficiencias físicas, emocionales o culturales; las personas con enfermedades incurables; las personas mayores que ya no pueden imitar el disfrute del adolescente.
  • El quitar la vejez, la muerte, el sufrimiento, o lo desagradable, aún a costa de la vida humana, es un paso claro hacia una cultura incapaz de practicar la solidaridad y la compasión.
  • Claramente hay formas más humanas de tratar al que sufre.
  • Hay analistas que invitan a pensar si detrás de las buenas intenciones que parecen inspirar estas leyes, no se encuentra una psicología social débil, que tiene miedo a sufrir viendo sufrir y el odio estético ante situaciones reales que preferimos ocultar.

Tal cual dice el proverbio: de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno.

Mag. Pablo Torres

https://www.elpais.com.uy/que-pasa/quiero-seguir-viviendo-me-quiero-morir-posible-ley-eutanasia-uruguay.html

Dignidad del morir: excluir tanto la eutanasia como la “obstinación terapéutica”

Representantes de la Iglesia Católica en Uruguay participaron el 12 de mayo de una reunión Zoom, convocados por  la Comisión de Salud de la Cámara de Representantes. El motivo fue: escuchar su posición respecto al proyecto de ley sobre “Eutanasia  y suicidio médicamente  asistido”, presentado por el Diputado Ope Pasquet.

Participó por la Iglesia Católica un grupo interdisciplinario integrado por: Mons. Arturo Fajardo (Presidente de la CEU, obispo de Salto), Mons. Pablo Jourdan (obispo auxiliar de Montevideo, Lic. en Moral y Espiritualidad), el Pbro. Luis Cardozo (Lic. en Teología Moral, con una tesis  sobre “El enfermo terminal y la cuestión ética sobre de la eutanasia”), el abogado Diego Velazco (profesor y conferencista) y la Dra. Ana Guedes (Oncóloga, diplomada en Cuidados Paliativos y en Bioética).

Las conclusiones del mensaje transmitido al Parlamento, según informa la página web de la Conferencia Episcopal del Uruguay son:

  • Nos oponemos, por ser gravemente injustas, a las leyes que pretenden legalizar la eutanasia o aquellas que justifican el suicidio y la ayuda al mismo, por el falso derecho de elegir una muerte definida -inapropiadamente- como “digna” solo porque ha sido elegida “libremente”. Las acciones fácticamente libres pueden ser acordes con la dignidad o contrarias a ella. Sólo las primeras, por respetar la dignidad, son ejercicio de un derecho. No hay derecho a actuar libremente contra el derecho. Por eso, estas leyes quebrantan el fundamento del orden jurídico, el derecho a la vida y el ejercicio de la libertad humana.
  • La función del Estado es tutelar la igual dignidad y el consiguiente igual derecho a la vida de todo ser humano. El proyecto presentado pretende modificar la valoración social de este derecho fundamental. No busca que el médico que realiza una eutanasia no vaya preso (ello ya está previsto en la causa de impunidad del homicidio piadoso). Quiere que tal acto no sea considerado delito, que no se proteja el bien jurídico vida como derecho indisponible. En resumidas cuentas, pretende asumir la eliminación de un paciente como un servicio de salud. 
  • Tutelar la dignidad del morir significa tanto excluir la eutanasia como el retrasarla por medio de la “obstinación terapéutica”. Dignidad en el morir no significa eliminar al paciente sufriente sino acompañarlo, cuidarlo, aliviarle el dolor y ayudarlo para que pueda vivir en paz y lo más serenamente posible la última etapa de su vida. 
  • Como se ha demostrado por la más amplia experiencia clínica, la medicina paliativa constituye un instrumento precioso e irrenunciable para acompañar al paciente en las fases más dolorosas, crónicas y terminales de la enfermedad. Los Cuidados paliativos son un derecho de toda persona y al mismo tiempo constituyen la expresión más auténtica de la acción humana y cristiana basada en la ética del cuidado. Estos tienen como objetivo aliviar los sufrimientos en la fase final de la enfermedad y de asegurar al paciente un adecuado acompañamiento mejorándole –en la medida de lo posible– la calidad de vida y el completo bienestar. La Medicina Paliativa ha brindado al conjunto de la práctica médica la conciencia y el estímulo para recuperar su más ancestral fortaleza: la humanización de la medicina. 
  • La experiencia de la aplicación de los cuidados paliativos demuestra que las personas que piden anticipar la muerte, lo que en realidad quieren es no vivir así. Cuando se atienden las múltiples causas del sufrimiento, ya no se pide la eutanasia. Es necesario un compromiso decidido para llevar estos cuidados a quienes tengan necesidad, para aplicarlos no solo en las fases terminales de la vida, sino como perspectiva integral de cuidado con relación a cualquier patología crónica y/o degenerativa, que pueda tener un pronóstico complejo, doloroso e infausto para el paciente y para su familia.

Se puede acceder al Texto completo de la presentación de la Iglesia Católica ante la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados sobre el Proyecto de Ley “Eutanasia y suicidio médicamente asistido” en el siguiente link:

Fuente: página web de la Conferencia Episcopal del Uruguay

32 países acuerdan defender en la ONU el valor de la persona humana

El jueves 21 de octubre de 2020 marca un hito histórico en la visión inclusiva de los Derechos Humanos.  La declaración “Geneva Consensus Declaration” (Declaración de Ginebra: Consenso), es un documento por el que 32 Estados, que representan 1.600 millones de personas, unen esfuerzos para la promoción de la salud de la mujer y el fortalecimiento de la familia.

 La declaración explicita 7 puntos:

  1. Reafirmamos que “todos son iguales ante la ley” y que los derechos humanos de las mujeres y las niñas son “parte inalienable, integral e indivisible de todos los derechos humanos y libertades fundamentales”;
  2. Ponemos de relieve que los hombres y las mujeres tienen “igualdad en el goce de todos los derechos civiles y políticos”, así como los derechos económicos, sociales y culturales; y que “la igualdad de derechos, de oportunidades y de acceso a los recursos, la distribución equitativa entre hombres y mujeres de las responsabilidades respecto de la familia y una asociación armoniosa entre ellos es indispensable para su bienestar y el de su familia”; y que “las mujeres y las niñas deben tener igual acceso a una educación de calidad, a los recursos económicos y a la participación política, así como las mismas oportunidades que los hombres y los niños en el empleo, el liderazgo y la adopción de decisiones a todos los niveles”;
  3. Reafirmamos, en tanto inherentes, “la dignidad y el valor de la persona humana”; que “el derecho a la vida es inherente a la persona humana”; y el compromiso que permite “los embarazos y los partos sin riesgos” y da a las parejas “las máximas posibilidades de tener hijos sanos”;
  4. Ponemos de relieve que “en ningún caso se debe promover el aborto como método de planificación de la familia” y que “cualesquiera medidas o cambios relacionados con el aborto que se introduzcan en el sistema de salud se pueden determinar únicamente a nivel nacional o local de conformidad con el proceso legislativo nacional”; Reafirmamos que “el niño (…) necesita protección y cuidados especiales (…) tanto antes como después del nacimiento” y que “se deben adoptar medidas especiales de protección y asistencia en favor de todos los niños” , basándose en el principio del interés superior del niño;
  5. Reafirmamos que “la familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”, que “la maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales” y que “las mujeres desempeñan una función decisiva en la familia”, así como reafirmamos la contribución de las mujeres “al bienestar de la familia y al desarrollo de la sociedad”;
  6. Reconocemos que “la cobertura sanitaria universal es fundamental para alcanzar no solo los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionados con la salud y el bienestar”, además de que “la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” y que “el hecho de que los sistemas de atención de la salud den prioridad al tratamiento de las enfermedades y no al mantenimiento de un estado óptimo de salud también impide la adopción de un planteamiento integral”; y que hay necesidades en “las diferentes etapas de la vida de los individuos”, lo que en conjunto apoya una salud óptima durante toda la vida, y supone brindar la información, las aptitudes y la atención necesarias para obtener los mejores resultados posibles en materia de salud y realizar plenamente el potencial humano; y
  7.  “Reafirmamos la importancia de la titularidad nacional y la función y la responsabilidad primordiales que tienen los gobiernos a todos los niveles de determinar su propia manera de lograr la cobertura sanitaria universal, según su contexto y sus prioridades nacionales”, a la vez que se preservan la dignidad humana y los derechos y las libertades proclamados en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Luego, los representantes de las naciones firmantes se comprometieron a colaborar con miras a:

  • garantizarles a las mujeres el pleno goce de los derechos humanos y la igualdad de oportunidades en todos los niveles de la vida política, económica y pública;
  • mejorar y garantizar el acceso de las mujeres a los avances en materia de salud y desarrollo, en particular de salud sexual y reproductiva, que siempre deben promover una salud óptima, el grado máximo de salud que se pueda lograr, sin incluir el aborto;
  • reafirmar que no existe un derecho internacional al aborto, ni recae sobre los Estados una obligación internacional de financiar o facilitar los abortos, en consonancia con el consenso internacional de larga data de que cada nación tiene el derecho soberano de implementar programas y actividades coherentes con sus leyes y políticas;
  • fomentar la capacidad de nuestro sistema de salud y movilizar recursos para implementar programas de salud y desarrollo que atiendan las necesidades de mujeres y niños en situaciones de vulnerabilidad y promuevan la cobertura sanitaria universal;
  • fomentar políticas de salud pública favorables a las mujeres y niñas, así como a las familias, en particular para fomentar la capacidad del sistema sanitario y movilizar recursos en nuestros países, en marcos bilaterales y en foros multilaterales;
  • apoyar la función de la familia como la base de la sociedad y como fuente de salud, apoyo y cuidado; y
  • entablar un diálogo en el sistema de las Naciones Unidas para hacer realidad estos valores universales, reconociendo que individualmente somos fuertes, pero juntos lo somos más.

Según informa ACI Prensa, el Secretario de Servicios Humanos y de Salud (HHS) en Estados Unidos, Alex Azar, durante la ceremonia el 22 de octubre expresó que el documento tendrá efectos prácticos: “Es una herramienta crítica y útil para defender estos principios en todos los organismos de las Naciones Unidas y en todos los entornos multilaterales, utilizando un lenguaje previamente acordado por los estados miembros de esos organismos”.  Según sus palabras, la declaración fue escrita parcialmente en respuesta a una “tendencia inquietante” en las Naciones Unidas: “Cada vez con mayor frecuencia, algunas naciones ricas y agencias de la ONU en deuda con ellas afirman erróneamente que el aborto es un derecho humano universal (…) Declararemos inequívocamente que no existe el derecho internacional al aborto. Con orgullo, pondremos la salud de la mujer en primer lugar en cada etapa de la vida”. 

Los estados firmantes fueron:

Kingdom of Bahrain

Republic of Belarus

Republic of Benin

Federative Republic of Brazil (cosponsor)

Burkina Faso

Republic of Cameroon

Democratic Republic of the Congo

Republic of the Congo

Republic of Djibouti

Arab Republic of Egypt (cosponsor)

Kingdom of Eswatini

Republic of The Gambia

Republic of Haiti

Hungary (cosponsor)

Republic of Indonesia (cosponsor)

Republic of Iraq

Republic of Kenya

State of Kuwait

State of Libya

Republic of Nauru

Republic of Niger

Sultanate of Oman

Islamic Republic of Pakistan

Republic of Poland

Kingdom of Saudi Arabia

Republic of Senegal

Republic of South Sudan

Republic of Sudan

Republic of Uganda (cosponsor)

United Arab Emirates

United States of America (cosponsor)

Republic of Zambia

Compartimos el link al documento completo con la traducción al español extraída de la página hhs. gov:

Fuente:

https://www.aciprensa.com/noticias/estados-unidos-y-31-paises-firman-declaracion-que-rechaza-el-derecho-humano-al-aborto-78518

https://www.hhs.gov/about/agencies/oga/global-health-diplomacy/protecting-life-global-health-policy/geneva-declaration.html

Sobre la Eutanasia: un cuento de Horacio Quiroga

La compasión


Cuando Enriqueta se desmayó, mi madre y hermanas se asustaron más de lo preciso. Yo entraba poco después, y al sentir mis pasos en el patio, corrieron demudadas a mí. Costome algo enterarme cumplidamente de lo que había pasado, pues todas hablaban a la vez, iniciando entre exclamaciones bruscas carreras de un lado a otro. Al fin, supe que momentos antes habían sentido un ruido sordo en la sala, mientras el piano cesaba de golpe. Corrieron allá, encontrando a Enriqueta desvanecida sobre la alfombra.

La llevamos a su cama y le desprendimos el corsé, sin que recobrara el conocimiento. Para calmar a mamá tuve que correr yo mismo en busca del médico. Cuando llegamos, Enriqueta acababa de volver en sí y estaba llorando entre dos almohadas.

Como preveía, no era nada serio: un simple desmayo provocado por las digestiones anormales a que la someten los absurdos regímenes que se crea. Diez minutos después no sentía ya nada.

Mientras se preparaba el café, pues por lo menos merecía esto el inútil apuro, quedámonos conversando. Era ésa la quinta o sexta vez que el viejo médico iba a casa. Llamado un día por recomendación de un amigo, quedaron muy contentas de su modo cariñoso con los enfermos. Tenía bondadosa paciencia y creía siempre que debemos ser más justos y humanos, todo esto sin ninguna amargura ni ironías psicológicas, cosa rara. Estaban encantadas de él.

—Tengo un caso parecido a éste —nos decía hablando de Enriqueta—, pero realmente serio. Es un muchacho también muy joven. Parece increíble lo que ha hecho para perder del todo su estómago. Ha leído que el cuerpo humano pierde por día tantos y tantos gramos de nitrógeno, carbono, etc., y él mismo se hace la comida, después de pesar hasta el centigramo la dosis exacta de sustancias albuminoideas y demás que han de compensar aquellas pérdidas. Y se pesa todos los días, absolutamente desnudo. Lo malo es que ese absurdo régimen le ha acarreado una grave dispepsia, y esto es para usted, Enriqueta. Cuantos más desórdenes propios de su inanición siente, menos come. Desde hace dos meses tiene terribles ataques de gastralgia que no sé cómo contener…

—Duele mucho eso, ¿no? —interrumpió Enriqueta, muy preocupada.

—Bastante —inclinó la cabeza repetidas veces, mirándola—. Es uno de los dolores más terribles…

—Como mi hermana Concepción —apoyó mi madre— cuando sufría de cálculos hepáticos. ¡Qué horror! ¡Ni quiero acordarme!

—Y tal vez los de la peritonitis sean peores… o los de la meningitis.

Nos quedamos un rato en silencio, mientras tomábamos el café.

—Yo no sé —reanudó mi madre—, yo no sé, pero me parece que debería hallarse algo para no sufrir esos dolores. ¡Sobre todo cuando la enfermedad es mortal, mi Dios!

—Apresurando la muerte, únicamente —se sonrió el médico.

—¿Y por qué no? —apoyó valientemente Clara, la más exaltada de mis hermanas—, ¡Sería una verdadera obra de caridad!

—¡Ya lo creo! —murmuró lentamente mi madre, llena de penosos recuerdos. Luisa y Enriqueta intervinieron, entusiasmadas de inteligente caridad, y todas estuvieron en armonía.

El médico escuchaba, asintiendo con la cabeza por costumbre.

—Sin embargo no crea, señora —objetó tristemente—. Lo que para ustedes es obra de compasión, para otros es sencillamente un crimen. Debe haber quién sabe qué oscuro fondo de irracionalidad para no ver una cosa tan inteligente —ya no digo justa— como es la de evitar tormentos a las personas queridas. Hace un momento, cuando hablábamos de los dolores, me acordé de algo a ese respecto que me pasó a mí mismo. Después de lo que ustedes han dicho, no tengo inconveniente en contarles el caso: hace de esto bastante tiempo.

»Una mañana fui llamado urgentemente de una casa en que ya había asistido varias veces. Era un matrimonio, en el segundo año de casados. Hallé a la señora acostada, en incesantes vómitos y horrible dolor de cabeza. Volví de tarde y todos los síntomas se habían agravado, sobre todo el dolor, el atroz dolor de cabeza que la tenía en un grito vivo. En dos palabras: estaba delante de una meningitis, con toda seguridad tuberculosa. Ustedes saben que muy poco hay que hacer en tales casos. Todo el tratamiento es calmante. No les deseo que oigan jamás los lamentos de un meningítico: es la cosa más angustiosa con su ritmo constante, siempre a igual tono. Acaban por perder toda expresión humana; parecen gritos monótonos de animal.

»Al día siguiente seguía igual. El pobre marido, muchacho impresionable, estaba desesperado. Tenía crisis de llanto silencioso, echado en un sillón de hamaca en la pieza contigua. No recuerdo haber llegado nunca sin que saliera a recibirme con los ojos enrojecidos y su pañuelo de medio luto hecho un ovillo en la mano.

»Hubo consulta, junta, todo inútil. El tercer día el dolor de cabeza cesó y la enferma cayó en semiestupor. Estaba constantemente vuelta a la pared, las piernas recogidas hasta el pecho y el mentón casi sobre las rodillas. No hacía un movimiento. Respondía brevemente, de mala gana, como deseando que la dejáramos en paz de una vez. Por otro lado, todo esto no falta jamás en un meningítico.

»La noche del cuarto día la enfermedad se precipitó. La fiebre subió con delirio a 40,6 grados, y tras ella la cefalalgia, más terrible que antes, los gritos se hicieron desgarradores. No tuve duda ninguna de que el fin estaba próximo. La crisis de exaltación postrera —cuando las hay— suele durar horas, un día, dos, rara vez más. Mi enferma pasó tres días en esa agonía desesperante, gritando constantemente, sin un solo segundo de tregua, setenta y dos horas así. Y en el silencio de la casa… figúrense el estado del pobre marido. Ni antipirina, ni cloral, nada lo calmaba.

»Por eso, cuando al séptimo día vi que desgraciadamente vivía aún en esa atroz tortura suya y de su marido y de todos, pesé, con las manos sobre la conciencia, antecedentes, síntomas, estado; y después de la más plena convicción de que era un caso absolutamente perdido, reforcé las dosis de cloral, y esa misma tarde murió en paz.

»Y ahora, señora, dígame si todos verían en eso la verdadera compasión de que hablábamos.

Mi madre y hermanas se habían quedado mudas, mirándolo.

—¿Y el marido nunca supo nada? —le preguntó en voz casi baja mi madre.

—¿Para qué? —respondió con tristeza—. No podía tener la seguridad mía de la muerte de su mujer.

—Sí, sin duda… —apoyó fríamente mi familia.

Nadie hablaba ya. El doctor se despidió, recomendando cariñosamente a Enriqueta que cuidara su estómago. Y se fue, sin comprender que de casa nunca más lo volverían a llamar.

Horacio Quiroga

Eutanasia y suicidio asistido: carta abierta de Mons. Jaime Fuentes

CARTA ABIERTA A LOS SEÑORES LEGISLADORES

Señores legisladores:

aliviar el sufrimiento de las personas que, padeciendo una enfermedad terminal, sufren dolores que pueden llegar a ser insoportables, es un deseo generalizado. Coincidiremos todos en la necesidad de buscar los modos de aliviarlos; como sociedad, tenemos mucho por hacer.


En esta línea quiere ir el Proyecto de ley eutanasia y suicidio asistido. Pero entiendo que le erra feo.

1) Porque tenemos el mayor número de suicidios de América Latina y uno de los mayores del mundo. ¿No es un completo sinsentido pretender legalizar su práctica?


2) Solamente en cinco países está legalizada la eutanasia: Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá y Colombia; y solo en Suiza es legal el suicidio asistido. En Bélgica, después de su legalización había solo unos cientos de casos de eutanasia al año. Actualmente hay más de 2.300 casos oficialmente registrados y la tendencia va en aumento (Deutsche Welle, 26.II.20). ¿Queremos seguir este camino?


3) Las leyes influyen, para bien o para mal, en el conjunto del comportamiento social. Sin duda, esta ley alentará a los suicidas en potencia. Si es legal…

4) Resulta macabro el mensaje que recibirán las generaciones jóvenes, si se permite que un médico tenga licencia para matar. En todo caso, ¿por qué sólo ellos? El médico estudia para curar, no para matar.


5) Dicen que, con la ley, se respetará la libertad individual de decidir cuándo morir. Pero ¿no vivimos en sociedad y somos inter dependientes? Si alguien ve a una persona que intenta suicidarse, ¿no trata por todos los medios de disuadirlo ¡porque es humano, nomás!? Con la ley que se propone, la reacción lógica será: “por mí que se mate, si es legal”… ¿Esta es la clase de sociedad que queremos, individualista a más no poder?


6) Se olvida que el fin no justifica los medios. La vida humana posee la mayor de las dignidades y, por lo tanto, reclama el mayor de los cuidados. Decidir cada uno por su cuenta cuándo morir, ¿es un derecho humano?, ¿quién lo dijo, dónde está escrito?

En el tiempo pandémico que estamos viviendo, mientras nos cuidamos de un contagio mortal, el proyecto de ley de eutanasia y suicidio aparece por demás sombrío. Hoy, más que nunca, necesitamos en Uruguay un proyecto colectivo entusiasmante: nuestro mayor problema es la falta de población. Hungría, Rusia, Serbia, Alemania…, que también lo tienen, han hecho planes concretos para incentivar la natalidad y lo están consiguiendo; en nuestro cercanísimo y silencioso Paraguay, que en el año 2000 tenía 5 millones y pico de habitantes, hoy son más de 7 millones y su PBI crecerá 4% en el 2021 (Banco Mundial). ¿Qué podemos hacer nosotros?

Señores legisladores: estudiar el problema y trabajar por un Uruguay mejor –“se precisan niños para amanecer”, ¡claro que sí!- es lo que se espera de ustedes. Agradezco la atención prestada y me despido, atentamente,

Dr. Jaime Fuentes – Obispo emérito de Minas

Eutanasia Legal: la extraordinaria vulnerabilidad de los pacientes

La extraordinaria vulnerabilidad de los pacientes frente a sus médicos ante su posible participación en la eutanasia legal es analizara en un artículo titulado  Eutanasia no es un tratamiento médico, publicado por el Bristish Medical Bulletin de Oxford Academic, cuyos autores son J. Donald Boudrau y Margaret A. Somervielle.

Los autores expresan que:  …Es importante apreciar cómo la enfermedad afecta a las personas en todas las esferas de sus vidas. Los pacientes se vuelven intensamente vulnerables, impresionables y abiertos al abuso. Pellegrino ha resumido la naturaleza del encuentro clínico elocuentemente como «una constelación peculiar de urgencia, intimidad, inevitabilidad, imprevisibilidad y vulnerabilidad extraordinaria dentro de la cual se debe dar confianza».

Esta vulnerabilidad establece una obligación intensa y duradera de los médicos; deben responder a la persona herida con autenticidad, compasión y sentido moral. Este último exige que los médicos aprovechen y desplieguen sus influencias únicas y poderes persuasivos de una manera particular.

La naturaleza esencial de la medicina ha evolucionado con el tiempo en una dirección que reconoce la extraordinaria vulnerabilidad de los pacientes y los cuida con ferocidad contra su explotación. En parte, esto se ha logrado imponiendo límites inviolables en el terreno de acción del médico.

Además, creemos que, incluso si uno aceptara que la eutanasia era éticamente aceptable, lo cual nosotros no aceptamos, abre demasiadas puertas para el abuso.

La profesión médica ha llegado a una encrucijada; debe elegir si acepta la eutanasia como tratamiento médico, como una extensión lógica de la atención al final de la vida, o puede rechazar la redefinición de su mandato de curación que esto conllevaría.

Creemos que, mirando hacia atrás en el futuro, los eventos de eutanasia de la actualidad se verán como un punto de inflexión, no solo para la profesión de la medicina, sino también para las sociedades.

Cruzando la línea en la arena articulada por Hipócrates, que como médico «no le daré un medicamento mortal a nadie si me lo solicita, ni haré una sugerencia al respecto», resultaría en que el «médico como sanador» se convertiría en ‘doctor como verdugo’.

En resumen, la curación y la eutanasia simplemente no son compatibles y la eutanasia nunca puede considerarse «tratamiento médico».

Mag. Pablo Torres

Fuente:

https://academic.oup.com/bmb/article/106/1/45/321635

Eutanasia legal: severa disminución en la atención de pacientes terminales en Holanda

Holanda fue el primer país del mundo en legalizar la eutanasia, en 2002.

En una entrevista dada a la investigadora Dra. Anne-Mrie The a más de siete años de la aplicación de la normativa, la Dra. Els Borst, ex ministro de salud y viceprimer ministro que guió el tratamiento de  la ley a través del parlamento holandés, admitió que la calidad de la atención médica para los enfermos terminales había disminuido desde que entró en vigencia la ley.

La investigadora Dra. Anne-Mrie The dijo al respecto que “los cuidados paliativos eran tan inadecuados en Holanda que los pacientes a menudo preguntan para la eutanasia por miedo a morir en agonía porque el cuidado y el alivio del dolor son muy pobres.” La investigadora agregó que se había instalado la mentalidad de: ‘pensar que lo hemos arreglado todo de manera ordenada adoptando la eutanasia”

Esta percepción es consistente con otros estudios que indican que el cambio social ha llevado a que la actitud de negar la eutanasia sea considerada como una forma de discriminación contra las personas con enfermedades crónicas, ya sean físicas o psicológicas, porque esas personas se verán obligadas a «sufrir» más tiempo que las personas con enfermedades terminales.

Los hechos muestran que la eutanasia ha pasado de ser una medida de último recurso a una de intervención temprana.

A esto se ha sumado que la eutanasia no voluntaria ha pasado a justificarse  apelando al deber social de los ciudadanos y al pilar ético de la beneficencia.

Mag. Pablo Torres

Fuentes:

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3612319/

Eutanasia y suicidio asistido: la ilusión de salvaguardas y controles

Un artículo de la US National Library of Medicine, National Institutes of Health analiza que en todas las jurisdicciones, se establecieron leyes y salvaguardas para prevenir el abuso y el mal uso de estas prácticas. Las medidas de prevención han incluido, entre otros, el consentimiento explícito de la persona que solicita la eutanasia, la notificación obligatoria de todos los casos, la administración solo por médicos y la consulta de un segundo médico.

La investigación proporciona evidencia de que estas leyes y salvaguardas son regularmente ignoradas y transgredidas en todas las jurisdicciones y que las transgresiones no llegan a ser penadas por la justicia.

Cita ejemplos en que alrededor de 900 personas al año reciben sustancias letales sin haber dado su consentimiento explícito, o de lugares en que casi el 50% de los casos de eutanasia no se informan.

El estudio analizar que la mayor tolerancia a las transgresiones en sociedades con tales leyes representa una «pendiente resbaladiza» social, y que, aunque la intención inicial era limitar la eutanasia y el suicidio asistido a una opción de último recurso para un número muy pequeño de personas con enfermedades terminales, algunas jurisdicciones ahora extienden la práctica a recién nacidos, niños y personas con demencia.

En algunos casos, una enfermedad terminal ya no es un requisito previo y se está considerando la eutanasia para cualquier persona mayor de 70 años que esté «cansada de vivir». La legalización de la eutanasia y el suicidio asistido, por lo tanto, pone en riesgo a muchas personas, afecta los valores de la sociedad con el tiempo y no proporciona controles ni salvaguardas.

El cambio social ha llevado a que el hecho de negar la eutanasia sea considerado como una forma de discriminación contra las personas con enfermedades crónicas, ya sean físicas o psicológicas, porque esas personas se verán obligadas a «sufrir» más tiempo que las personas con enfermedades terminales. La eutanasia no voluntaria ahora se justifica apelando al deber social de los ciudadanos y al pilar ético de la beneficencia. Así, la eutanasia ha pasado de ser una medida de último recurso a una de intervención temprana.

Mag. Pablo Torres

Fuente:https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3070710/

Marketing: impacto negativo de la Eutanasia legal

Hace ya muchos años que el Marketing identifica como uno de los estímulos más importantes a la calidad de cualquier producto o servicio el contar con una demanda exigente y participativa. Podemos citar entre muchos otros los trabajos de Michael Porter que demuestran claramente el poder predictivo del análisis de las características de la demanda sobre la competitividad de una industria.

La ausencia de eutanasia legal ha sido gran un estímulo para generar una demanda en tal sentido, que ha impulsado el desarrollo de medicamentos y técnicas para aliviar el dolor. La ética deja abierto el camino para procesos extremos, aún cuando ello pueda originar un acortamiento de la vida del paciente.

Los resultados están a la vista y muchos de nosotros hemos visto partir a nuestros seres queridos en forma tranquila, digna y en paz.

En el siguiente párrafo del documento del Grupo de Estudios de Ética Clínica de la Sociedad Médica de Santiago titulado “Eutanasia y acto médico”, podemos ver una de las claves de esta historia que ha impulsado el desarrollo de la ciencia médica a favor de la vida digna:

En la antigüedad griega y romana, eutanasia designaba más bien un deber del médico, consistente en proporcionarle al enfermo una ‘buena muerte’ por medio de los cuidados adecuados.

En ese mundo greco-romano era común la práctica de eliminar niños malformados y el suicidio y el aborto eran aceptados en la mayoría de las ciudades griegas. También en algunas épocas y culturas, los ancianos eran abandonados a su propia suerte.

En el siglo V a.C. la Escuela Hipocrática adoptó una posición radicalmente diferente a la que prevalecía en su época, condenando explícitamente el aborto y la eutanasia. Es así como, el Juramento Hipocrático señala:

“No daré a nadie, aunque me lo pida, ningún fármaco mortal, ni haré semejante sugerencia. Igualmente no proporcionaré a mujer alguna un pesario abortivo. En pureza y santidad mantendré mi vida y mi arte”.

En los siglos posteriores a Hipócrates, esta normativa médico-deontológica fue asimilada en diversas culturas. Así, la implícita o explícita prohibición al médico de practicar la eutanasia aparece también en diversos códigos contemporáneos de Ética Médica.

La historia consignada en estos párrafos marca un altísimo nivel de exigencia para los prestadores de salud, que combinado con una baja tolerancia al dolor tanto propio como de nuestros seres queridos, garantiza los mejores niveles posibles de confort para el paciente terminal. Esto beneficia a toda la industria médica ya que los desarrollos que se buscan con un objetivo, terminan sirviendo también para otro.

No hay dudas que, visto desde el punto de vista de Marketing, bajar esta exigencia y dejar abierta la puerta lateral de la muerte provocada, afectará negativamente el estándar de confort posible para todos los pacientes, tanto para los que opten por la eutanasia como para los que no la soliciten.

Posiblemente con este retroceso a tiempos anteriores a Hipócrates, la industria médica de occidente esté perdiendo otro de los secretos que lo llevaron a ser lo que hoy es.

Mag. Pablo Torres Irurtia

Referencias: