“SUPONGAMOS QUE…”

CS Lewis y las Crónicas de Narnia

Mucho se ha teorizado acerca del supuesto significado verdadero de la simbología en las Crónicas de Narnia, la clásica saga para niños escrita por C.S. Lewis. En el año 1954, el propio Lewis escribió una carta a los alumnos de quinto grado de una escuela de Maryland, donde les explicó su proceso creativo en función del punto de partida “supongamos que”. “No me dije a mí mismo ‘Representemos a Jesús como Él realmente es en nuestro mundo, como un león en Narnia’, sino que me dije ‘Supongamos que existe una tierra como Narnia, y que el Hijo de Dios, como se hizo hombre en nuestro mundo, se hizo un león allí, y después imaginemos lo que puede pasar’”.

Clive Staples Lewis (1898-1963), fue uno de los más importantes autores cristianos del siglo XX. Profesor de literatura en Cambridge y Oxford, escribió crítica literaria, apologética, filosofía, teología, ciencia ficción y fantasía. Su conversión del ateísmo a la fe lo movió a una impresionante tarea evangelizadora a través de la producción cultural. Son famosos varios de sus libros, como Cartas del Diablo a su sobrino, Mero Cristianismo, y El gran divorcio, entre otros. Pero sin dudas el público del siglo XXI lo conoce más por la excelente adaptación cinematográfica de sus Crónicas de Narnia.

En Oxford, donde fue primero estudiante y luego profesor, conoció a otro gran intelectual de la época: J.R.R. Tolkien, quien fue determinante en su proceso espiritual. Tolkien y Lewis fueron grandes amigos. Los dos académicos solían argumentar sobre varios temas, particularmente sobre religión. Fue Tolkien quien convirtió a Lewis al cristianismo, a lo largo de una caminata por los jardines de Oxford, que duró toda la noche y culminó en el amanecer y la revelación.

Ambientadas en la Inglaterra de la Segunda Guerra Mundial, las Crónicas de Narnia cuentan la historia de cuatro niños (los hermanos Pevensie: Lucy, Edmund, Peter y Susan), evacuados de los bombardeos en Londres a la casona rural de un excéntrico profesor. Mientras juegan a las escondidas, Lucy descubre que a través de un viejo armario se llega al mundo mágico de Narnia, una tierra muy parecida a nuestro mundo, donde conviven con los humanos criaturas fantásticas relacionadas con la mitología clásica, envueltas en la eterna lucha entre el bien y el mal. Su gesta los llevará a luchar junto al rey león Aslan, contra la Bruja Blanca, para revertir el malvado hechizo que asola a Narnia con un invierno eterno.

Dirigida al público infantil, Narnia, una saga fantástica muy diferente de El Señor de los Anillos, es una exquisita mezcla de magia y mito con subtexto espiritual. Podemos decir que, como la obra cumbre de Tolkien, es un trabajo “fundamentalmente religioso”. Pero mientras que el autor de El Señor de los Anillos invita al lector a descubrir las raíces cristianas dentro de la historia, Lewis las deja claras sobre la superficie, de una manera inconfundible e inevitable.

En estudios literarios, una alegoría es una sucesión de metáforas, una historia donde cada elemento presente simboliza otra cosa, con el fin de dar a entender una cosa expresando otra diferente. Tanto Tolkien como Lewis eran lectores de las alegorías clásicas. El primero manifestó expresamente que no lo convencía, para narrar sus historias, ese recurso. En cuanto a Lewis, se ha señalado por buena parte de la crítica, en las historias del complejo e intrincado universo de Narnia por él creado, un contenido alegórico profundo, aunque cueste encasillarlas cien por ciento en tal formato.  

La presencia de símbolos y temas cristianos a través de las Crónicas es notoria. Por ejemplo, los varones aparecen designados como “hijos de Adán” y las niñas como “hijas de Eva”. Edmund refleja la imagen del hombre caído, la debilidad frente a la tentación y el pecado. Aslan, el león, es una representación de Jesús, que da su vida para salvar al traidor, y luego resucita glorificado. Susan y Lucy representan a las mujeres que acompañaron a Jesús en su agonía y se encargaron de su cuerpo tras la muerte. Y podríamos seguir con paralelismos.

Si el objetivo es aquilatar el verdadero impacto de estas historias escritas por Lewis, éste bien puede resumirse en un efecto iluminador. Por encima del racionalismo y materialismo propios de su época, que también informa la nuestra, las historias de Narnia van desmitificando uno tras otro los tabúes contemporáneos, imbuidos de corrección política.

En Narnia existe la pura bondad, una cualidad como mínimo sospechosa para nuestra cultura del escepticismo, con todos los atributos asociados a ella, hoy desvalorizadas: la nobleza, el valor, la cortesía, la pureza, la alegría, el aprecio por lo bueno, la perfección. El mal, por su parte, ha perdido la capacidad de regocijarse o creer en cualquiera de las cualidades anteriores, y el infierno aparece como el lugar donde todo es grotesco, cruel, violento, odioso. A través de sus historias, Lewis nos despierta a estos dos conceptos, el bien y el mal absolutos, dos enormes categorías que también hoy corren el serio riesgo de desdibujarse en un mar de relativismo. 

Luego tenemos las encarnaciones del mal. Lo encontramos en el malhumor, el egocentrismo y la malicia de Edmund, y en la forma como él sucumbe a la tentación. También en la Bruja Blanca, símbolo de los ángeles caídos o del mismo Satán, que seduce a Edmund con una mera parodia de amabilidad, porque nada en el mal es auténtico. En Narnia, como en nuestro mundo, el mal es deshumanizante, y no aparece de manera súbita en el curso natural de las cosas. Un mal menor lleva gradualmente a otro mayor. En sintonía con esto, si algo queda claro en la narrativa de Lewis, es que somos capaces de aplaudir la traición, el cinismo, la cobardía, la pusilanimidad, el egoísmo… pero no podemos convertirlas en algo atractivo.

Finalmente, no podía faltar en una buena historia cristiana, la idea de redención. El ejemplo más emblemático de ella es la salvación de Edmund, que rescatado del mal se convierte en una buena persona. En la última entrega de la saga, cuando un personaje le pregunta a Edmund si conoce a Aslan, la respuesta del muchacho tiene un indudable contenido teológico: “Bueno… él me conoce a mí”.

Lo cierto es que las Crónicas de Narnia se han consolidado como obras literarias perdurables, fascinantes para ateos y creyentes, para académicos y no académicos, para niños y adultos. Ello tiene que ver con su contenido removedor: cuentan una historia que nos permite descubrir verdades profundas sobre nosotros mismos. Nos ayudan a comprender que la búsqueda de la virtud implica derrotar el poder del pecado, y abrazar el poder del bien. Y que para ambas cosas, necesitamos la gracia de Dios.

El simbolismo religioso de Lewis nos reafirma que nuestras intuiciones más profundas siempre nos llevan a la verdad; que hay una fuerza maravillosa en el corazón del universo, y que estamos llamados a encontrarla, abrazarla y adorarla.

En la frontera de Narnia, Aslan le dice a Lucy y a Edmund que él existe también en su mundo, donde tiene otro nombre: “Esa es la razón por la cual ustedes fueron conducidos hasta Narnia, para que habiéndome conocido aquí por un breve lapso, sean capaces de conocerme mejor allí”. Visto con esta simplicidad, mayores explicaciones o análisis parecen irrelevantes.

Laura Álvarez Goyoaga

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Righteous Kill: crítica al relativismo moral

Frente a frente es un drama policial del año 2008, sobre dos policías veteranos de New York City a quienes les toca investigar una serie de asesinatos cometidos por un “vigilante” contra criminales que han conseguido evadir el castigo de la justicia. No es un tema novedoso ni poco trabajado en la cinematografía, pero esta película en particular le proporciona un atractivo adicional: dos leyendas del cine, Robert de Niro y Al Pacino, por primera vez en 40 años de carrera, son sus  protagonistas.

De Niro hace el papel del siempre enojado detective al que apodan Turk. Pacino es Rooster, su más moderado y conciliador compañero. Juntos tienen bien ganada la fama de ser infalibles, capaces de resolver cualquier caso mejor y más pronto que cualquiera de los demás detectives. Pero también los dos comparten un secreto oscuro, de sus primeros años de servicio.

La historia tiene varias y logradas vueltas de tuerca. Ahora bien, está dirigida al público adulto. Dentro de la trama, elementos morales, cristianos, y anti cristianos se entremezclan en un combo donde los comentarios crudos están a la orden del día, la violencia marca cada escena, y contenidos sexuales casi gratuitos aparecen más de una vez. Vista desde esta perspectiva, la trama no llegaría a ser inspiradora, y todavía menos potencialmente redentora.

Sin embargo, el planteo de tomar la justicia en mano propia deja abierta toda una interesante línea de reflexión acerca de uno de los grandes males de esta época: el relativismo moral. Cuando la justicia humana falla, la tentación de saltarse barreras está muy cerca. Todos en mayor o menor medida aceptamos la idea de que un mal comportamiento trae consecuencias negativas. Si alguien ha cometido terribles crímenes, ha actuado con profunda maldad, y debe enfrentarse a las consecuencias de sus acciones, decimos: “Tuvo su merecido” o “Cosechó lo que sembró”. La línea narrativa de la historia de Turk y Rooster, a diferencia de ello, pone en evidencia que no hay ninguna justicia poética en los crímenes del vigilante.

Nos hace pensar en cómo, bajo la máscara de quienes deberían personificar el bien y la verdad humana, se esconden aguas oscuras. Allí es que esta película marca el tono moral: cuando nos deja claro que los seres humanos no tenemos derecho a tomar la ley en nuestras manos. Sin dudas falta en la trama decirlo en forma expresa, pero no por eso es menos evidente: desde una cosmovisión  cristiana, sabemos que esa prerrogativa le corresponde a Dios.

El relativismo moral puede definirse como la falta de absolutos. Es la creencia de que la verdad absoluta no existe, y que lo que es verdad para alguien no necesariamente lo es para otros. Turk y Rooster han alejado de sus vidas lo absoluto. Se han alejado de la fe. Se han alejado de Dios. A nadie puede sorprender entonces que el resultado de este relativismo moral sea el caos.

Por eso, y a pesar de todas sus carencias argumentales, esta película nos recuerda que la Verdad existe.

Laura Álvarez Goyoaga

Las trampas de nuestras debilidades humanas. Película: Paris, Texas

Travis aparece caminando por el desierto como si fuera un personaje bíblico. El aspecto desarreglado, la barba a medio crecer, la raída gorra roja y su marcha tambaleante nos dan la idea de que hace ya tiempo que se alejó de la civilización. Es imposible saber hacia dónde se dirige, si es que se dirige a alguna parte. Este es el enigmático comienzo de un film intenso y emotivo, dirigido por Wim Wender en el año 1984.

Paris-Texas, con un título inspirado en el punto geográfico de la ciudad y el estado en cuestión, no es una película que recurra a estrategias trilladas para provocar emociones: no lo necesita. Tras su colapso en el pueblo perdido a la vera del desierto donde encontró ayuda, Travis, rescatado por su hermano Walt, volverá a intentar escaparse, y guardará un persistente silencio. A través de las líneas de diálogo de Walt vamos enterándonos de la tragedia familiar que precede este reencuentro. La historia de Travis es una larga cadena de pérdidas. Estuvo felizmente casado, y tuvo un hijo. Pero todo salió mal.

De a poco, Travis comienza a integrarse: no está loco, simplemente abrumado por el dolor ante el fin de su matrimonio debido al alcoholismo y a los celos enfermizos. Se queda un tiempo en casa de su hermano, gana la confianza de Hunter (el hijo abandonado), y juntos emprenden viaje en una destartalada camioneta rumbo a Houston, en busca de Jane (la esposa perdida).   

Este viaje desde Los Ángeles a Houston incluye conversaciones profundas y por momentos hilarantes, sobre temas tan variados como la pérdida, el abandono, el Big Bang y la teoría de la relatividad. En el sentido real y el metafórico-simbólico, el camino termina con las desgarradoras escenas del reencuentro entre Travis y Jane. Aunque simple, sencilla, hasta vulgar, la historia de amor entre ellos es profundamente conmovedora. Una fábula que nos habla de necesidades espirituales insatisfechas, de la búsqueda desesperada de la felicidad por el camino equivocado, de las trampas de nuestras debilidades humanas.

El guión es directo y simple, sin adornos innecesarios ni elucubraciones culturosas vacías. La espectacular cinematografía produce una de las narrativas visuales más irresistibles de todos los tiempos. Una banda sonora de melancólicas guitarras acompaña las excelentes actuaciones, en especial de Harry Dean Stanton, Nastassja Kinski y Hunter Carson.

Pero, sobre todo, Paris-Texas es un ensayo exploratorio de la angustia existencial. Esa que nos vence cuando dejamos a Dios fuera de nuestras vidas. Al hablarnos de búsquedas y pérdidas, del dolor desgarrador de la separación, nos está hablando también de esa necesidad humana profunda que solo la fe puede calmar.

Laura Álvarez Goyoaga

En el Medio de la Nada: estreno el 26 de junio

El viernes 26 de junio será estrenado el corto En el Medio de la Nada, producido por Prometheus Productions sobre un guión original de Laura Álvarez Goyoaga.

El corto, fue dirigido por Alejandro Torres Álvarez, con la producción de Mateo Berdou.

Uno de los posters promocionales del corto

Los actores son, en orden de aparición son: Federico Heller como Andrés, Mateo Berdou como Lucas, Julieta Rodríguez como Sofía López y  Pilar Mazzoli como Cecilia.

Se trata de un cuento corto que describe una situación conflictiva entre personajes fuertemente marcados por relaciones laborales y sentimentales.

Compartimos el tráiler a continuación:

Tom Hanks debuta como guionista y director: THAT THING YOU DO

En formato “mockumentary”, una comedia musical del año 1996 marcó el debut de Tom Hanks como guionista y director. Titulada That Thing You Do, cuenta la divertida trayectoria de un grupo ficticio de jóvenes músicos oriundos del pueblito de Erie, en Pennsylvania, durante su camino hacia la fama y el éxito en 1964. Como protagonista se destaca la actuación de Tom Everett Scott en el papel de Guy Patterson, un chico que trabaja en la tienda de electrodomésticos de su padre mientras, en las horas libres, se entrega a su pasión por el jazz y tocar la batería. Un accidente imprevisto que lo lleva a convertirse en el baterista de un grupo musical, y su instinto para convertir una balada compuesta por el líder en un éxito pop a través del ritmo, lo convierten en el centro de interés de la trama. Así nacen los Wonders, la banda que en forma inesperada, pasa a ser patrocinada por un manager, sale de gira por los diferentes estados, consigue estar en la lista de los top ten, aparece en entrevistas de televisión y hasta actúa en una película de Hollywood. Todo gira sobre ruedas, mientras de a poco van apareciendo los obstáculos que, casi en forma exclusiva, tienen que ver con la capacidad de madurez y empatía de estas nuevas estrellas.

Con el trasfondo de una expresa cosmovisión cristiana (se habla de ir a la iglesia, de servir a la iglesia, de no trabajar los domingos), plantea el conflicto entre la integridad artística y la tentación del éxito comercial. El propio Tom Hanks se reservó un papel secundario en esta producción, como el representante de Play-Tone Records. La inocencia y candidez de la historia narrada es una de las fortalezas del film, que no tiene pretensiones de profundidad o ambivalencias, y recrea una época, una cultura y un modo de sentir. En el marco de la pop-culture captura la ingenuidad y el optimismo de la década, en una fábula moralizante sobre lo efímero de la fama y el éxito, sin perder de vista el lado oscuro de la celebridad, y exponiendo cómo la industria del entretenimiento esconde bajo una máscara de glamour egos desproporcionados y sonrisas sintéticas.

La historia despliega un rango interesante de personalidades en los personajes, con mensajes positivos. Un ejemplo de esto es cuando el líder de la banda desilusiona en forma cruel a su incondicional novia, interpretada por Liv Tyler, y ella con el corazón destrozado demuestra dignidad y grandeza. Otro, cómo el baterista Guy persigue sin descanso su sueño, pero siempre teniendo cuidado de no ser injusto o lastimar a alguien en el proceso.

THAT THING YOU DO, nunca estereotipada ni cursi, es un referente válido y realista para comprender la profundidad del cambio cultural que ha afectado a nuestra sociedad occidental en los últimos años. Enfatizada por las fotos y textos en el epílogo, la dimensión histórica de los personajes trasciende cualquier convicción de su ficcionalidad.   A su vez, la pegadiza canción compuesta por Adam Schlesinger que da título a la película, consigue que el espectador siga tarareándola cuando termina la historia. Así de buena es.

Laura Álvarez Goyoaga

Inconcebible en Netflix: Retrato veraz y refrescante de una mujer de fe

Inconcebible es una serie de Netflix basada en hechos reales, cuya trama derivó de un artículo ganador del Premio Pulitzer titulado “El proyecto Marshall: una inconcebible historia de violación”. La víctima de esta violación, en la ficción se llama Marie Adler (Kaitlyn Dever), y es una chica de 18 años que vive sola en un complejo de apartamentos para jóvenes en situación de riesgo, en transición desde hogares adoptivos a la independencia por la mayoría de edad. Las autoridades involucradas en la denuncia notan algunas inconsistencias en su relato. La sugerencia de quien fuera su madre adoptiva, de que Marie podría estar tratando de llamar la atención, así como los antecedentes de una infancia complicada, hacen dudar de la verdad de sus afirmaciones. Los policías pasan de sugerirle que quizás se confundió, a acusarla de mentir, y Marie termina por retractarse. Procesada por denuncia falsa, perderá su empleo y su hogar.

Tres años después, una serie de violaciones son perpetradas en otro Estado, con características muy similares. La tarea de investigar estos casos, que terminarían reivindicando a esta víctima cuando el delincuente fue apresado con evidencias que lo ligaban a ella, recayó sobre dos mujeres detectives: Grace Rasmussen (Toni Collette) y Karen Duvall (Merritt Wever). En la química y el contraste entre las dos actrices y los dos personajes, está uno de los factores de éxito de la serie, que comienza con un primer capítulo algo lento, pero a partir del segundo atrapa al espectador.

Como drama basado en un personaje, como policial procedimental, y hasta como análisis de la sociedad, Inconcebible se destaca. Trae a primer plano un tema difícil, poniendo el foco en la víctima y no en el criminal. Pero por encima de todos esos aciertos, es un retrato auténtico, veraz y refrescante, de esos que rara vez nos regala Hollywood, de una mujer de fe: el personaje de Karen, desarrollado a partir de Stacy Galbraith, la detective que investigó los casos en la vida real. Entrevistada por la prensa, Galbraith resaltó su fe cristiana, y cómo influía en su trabajo. Aunque parezca “inconcebible”, la producción de Netflix no dejó de lado esta faceta de quien lo inspiró. Así Karen, de manera consistente y casual, habla de fe con su escéptica y cáustica compañera de trabajo, que a veces se burla de Dios. Pero Karen no es tonta, ni extraña, ni ignorante, ni cerrada, ni ninguno de los otros clichés que suelen atribuirse a un cristiano en las grandes producciones de este tipo, especialmente si son aclamadas por la crítica, como es el caso. Todo lo contrario: es una mujer moderna, realista, inteligente, compasiva, empática, y muy profesional.

Más allá de la recomendación, nunca está de más la advertencia: Inconcebible está destinada al público adulto. Si bien hay que destacar que Netflix esta vez también merece elogios por la discreción y moderación que ha mostrado al acercarse a un tema tan terrible y doloroso, sin sensacionalismo ni escenas gráficas gratuitas, no deja de confrontarnos con la confusión y el horror que aquel conlleva.

Laura Álvarez Goyoaga

1917: Una luminosa reflexión sobre la fortaleza espiritual

En el 2020 se llevó el Oscar a la mejor cinematografía 1917, una película de guerra, singular y única. La dupla clave en ella son el director y co-guionista Sam Mendes, y el cinematógrafo Roger Deakins. Con la apariencia de hacerlo en una sola toma y con una única cámara, nos lleva junto a dos soldados británicos a través de las trincheras alemanas, para entregar un mensaje vital a un batallón distante.

Basada en una historia real que a Sam Mendes le contó su abuelo paterno, tiene por protagonistas a los soldados Blake (Dean-Charles Chapman) y Schofield (George MacKay), acompañados por breves apariciones de estrellas del cine británico como Colin Firth y Benedict Cumberbatch. El mensaje a transmitir al batallón de los Devon es una advertencia para evitar que caigan en una emboscada alemana. Entre los 1600 soldados cuya vida corre riesgo, está la del hermano de Blake. Con esta misión sobre los hombros, los dos muchachos emprenden la dantesca marcha, pautada por encuentros de impresionante tensión e intensidad.

1917 es una masterclass en cinematografía, donde Blake aporta la frescura de su juventud y visión idealista. La estoica postura de MacKay, por su parte, queda plasmada en acciones físicas y miradas casi sin diálogos, que transmiten de manera efectiva su dignidad, su determinación, y lo desesperado de las circunstancias. Pero la clave fundamental es la película como un todo, que lleva al espectador a sumergirse en la historia, mediante una narrativa de inmersión. Hay muchísimo trabajo para alcanzar este resultado: cuatro meses de ensayos previos a la breve filmación de dos meses, maquetas construidas con detalle y precisión para planificar cada toma y sus requerimientos de luces y sombras, orquestación de los pasos de los actores y los movimientos de cámara, adecuación ad hoc de equipos y gadgets. Prueba de que la excelencia siempre es producto del esfuerzo, la constancia y el “trabajo de equipo”, según la expresión tan usada en estos días, que bien podría sustituirse por la de “trabajo en comunidad”.

El impacto de la experiencia de ver 1917 hace que las categorías convencionales se queden cortas. Así, un crítico describió la epopeya de Blake y Schofield, en forma muy acertada, como una combinación de envergadura épica, y poderosa e íntima escala humana. Otro ha dicho que es más un poema épico que una película de guerra. Icónica es la escena que sintetiza estas características, con una fuerte connotación de trascendencia: cuando una voz en el bosque canta una melancólica canción góspel sobre el pasaje por el camino de aflicción hacia una tierra más allá del Jordán.

Resumiendo: 1917 es un excelente drama sobre la Primera Guerra Mundial, que al mismo tiempo que retrata extremos de miseria y desesperación propios del género, es también una luminosa reflexión acerca de la resiliencia y la fortaleza espiritual inherentes a la condición humana. Un trazo inspirador de pura belleza en medio del horror.

Laura Álvarez Goyoaga

Los dos Papas: no más que una caricatura

«Hubiera sido no solo para un fascinante estudio psicológico, sino también para una mirada esclarecedora a dos perspectivas eclesiales diferentes pero profundamente complementarias. En cambio, no obtuvimos más que una caricatura.«

Con esas palabras culmina el análisis que el Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Los Ángeles Robert Barron hace de la película Los dos Papas.

El Obispo Barron es un reconocido autor de libros, ensayos y artículos sobre teología y la vida espiritual. Llega con sus publicaciones a millones de personas cada año, y es uno de los católicos más seguidos del mundo en las redes sociales. 

Transcribimos su artículo «The one Pope» traducido al español:

La nueva película de Netflix, The Two Popes , debería llamarse The One Pope , por derecho, porque presenta un retrato bastante matizado, texturizado y comprensivo de Jorge Mario Bergoglio (Pope Francis) y una caricatura completa de Joseph Ratzinger ( Papa Benedicto XVI). Este desequilibrio socava fatalmente la película, cuyo propósito, al parecer, es mostrar que el viejo Benedicto gruñón y legalista encuentra su rumbo espiritual a través de los ministerios del franco y amistoso Francisco. Pero tal trayectoria temática en última instancia violenta a ambas figuras, y convierte lo que podría haber sido un estudio de carácter sumamente interesante en una apología predecible y tediosa para la versión preferida del cineasta por el cineasta.

Que estamos lidiando con una caricatura de Ratzinger se hace evidente cuando, en los primeros minutos de la película, se presenta al cardenal bávaro en un complot ambicioso para asegurar su elección como Papa en 2005. En al menos tres ocasiones, el verdadero cardenal Ratzinger le rogó a Juan Pablo II para permitirle retirarse de su puesto como jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe y dedicarse a una vida de estudio y oración. Se quedó solo porque Juan Pablo rechazó rotundamente las solicitudes. Y en 2005, tras la muerte de Juan Pablo, incluso los opositores ideológicos de Ratzinger admitieron que el cardenal, entonces de setenta y ocho años, no quería nada más que regresar a Baviera y escribir su cristología. La ambiciosa conspiración encaja, por supuesto, en la caricatura del eclesiástico «conservador», pero no tiene absolutamente nada que ver con el Joseph Ratzinger de carne y hueso.

 Además, en la escena que representa una reunión imaginada entre el Papa Benedicto y el Cardenal Bergoglio en los jardines de Castel Gandolfo, el viejo Papa ataca con el ceño fruncido a su colega argentino, criticando amargamente la teología del Cardenal. Una vez más, incluso los detractores de Joseph Ratzinger admiten que «Rottweiler de Dios» es de hecho invariablemente amable, de voz suave y gentil en sus tratos con los demás. El ideólogo de los ladridos es, nuevamente, una caricatura conveniente, pero ni siquiera cercana al verdadero Ratzinger.

Pero la caracterización errónea más grave ocurre hacia el final de la película cuando un Benedicto desanimado, resuelto a renunciar al papado, admite que había dejado de escuchar la voz de Dios y que había comenzado a escucharla nuevamente a través de su nueva amistad con el cardenal Bergoglio. No es faltar el respeto al verdadero Papa Francisco, decir que es absurdo que uno de los católicos más inteligentes y espiritualmente alertas de los últimos cien años requeriría la intervención del cardenal Bergoglio para escuchar la voz de Dios. De principio a fin de su carrera, Ratzinger / Benedicto ha producido algunas de las teologías espiritualmente más luminosas de la gran tradición de la Iglesia. Que estaba, para 2012, cansado y físicamente enfermo, y que se sentía incapaz de gobernar el gran aparato de la Iglesia Católica, sí, por supuesto. Pero que estaba espiritualmente perdido, de ninguna manera. De nuevo, podría ser una fantasía para algunos ideologizados que los «conservadores» escondan su bancarrota espiritual detrás de una apariencia de reglas y autoritarismo, pero sería muy difícil aplicar esta hermenéutica a Joseph Ratzinger.

Las mejores partes de esta película son los flashbacks de las primeras etapas de la vida de Jorge Bergoglio, que arrojan una luz considerable sobre el desarrollo psicológico y espiritual del futuro Papa. La escena que representa su poderoso encuentro con un confesor que muere de cáncer es particularmente conmovedora, y el tratamiento intransigente de sus tratos con dos sacerdotes jesuitas bajo su autoridad durante la «Guerra Sucia» en Argentina explica en gran medida su compromiso con los pobres y con una forma simple de vida. Lo que habría mejorado infinitamente la película, en mi humilde juicio, es un tratamiento similar con respecto a Joseph Ratzinger.

 Si tan solo hubiéramos tenido un recuerdo del niño de dieciséis años de una familia ferozmente antinazi, presionado por el servicio militar en los últimos días del Tercer Reich, entenderíamos más a fondo la profunda sospecha de Ratzinger de las utopías seculares y totalitarias y los cultos de la personalidad. Si tan solo hubiéramos tenido un recuerdo del joven sacerdote, Peritus al cardenal Frings, al frente de la facción liberal en el Vaticano II y ansioso por abandonar el conservadurismo preconciliar, habríamos entendido que no era un guardián ingenuo del status quo. Si solo hubiéramos tenido un flashback con el profesor de Tubingen, escandalizado por un extremismo posconciliar que arrojaba al bebé teológico con el agua del baño, podríamos haber entendido su reticencia con respecto a los programas que abogan por el cambio en aras del cambio. Si tan solo hubiéramos tenido un recuerdo del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe que compone un documento matizado, tanto crítico como profundamente agradecido de la Teología de la Liberación, podríamos haber comprendido que el Papa Benedicto no era indiferente a la difícil situación de los pobres.

Ahora, me doy cuenta de que tal tratamiento hubiera sido para una película mucho más larga, pero ¿a quién le importa? Diablos, estaba dispuesto a pasar tres horas y media bastante tediosas de The Irishman . Me hubiera encantado ver cuatro horas de una película que fuera tan honesta y perspicaz sobre Joseph Ratzinger como lo fue sobre Jorge Mario Bergoglio. Hubiera sido no solo para un fascinante estudio psicológico, sino también para una mirada esclarecedora a dos perspectivas eclesiales diferentes pero profundamente complementarias. En cambio, no obtuvimos más que una caricatura.

Fuente:

Wordonfire.org

Globos de Oro 2020: la gala en que el humor habló en serio

Los Globos de Oro son desde hace muchos años un escenario para que los actores difundan sus ideas políticas. Quizás por eso no es fácil encontrar en las coberturas de los Globos de Oro 2020 los discursos del cómico Ricky Gervais o del protagonista de El Guasón, Joaquin Phoenix.

Este año hubo cosas realmente interesantes, como lo refleja la nota de Areajunes firmada por David Cruz García bajo el título: “El discurso de Ricky Gervais en los Globos de Oro 2020 que dejó a todos con la boca abierta». Compartimos parte de la misma:

…¿Cómo despedirse a lo grande? Con un discurso aún más polémico que ha tratado temas como el terrorismo o la doble moral de Apple y su serie estrella, «The Morning Show». El comediante no se inmutó pese a la reacción de algunos de los presentes, e incluso en redes sociales fue aplaudido y denostado a partes iguales.

«Es la última vez que seré presentador de estos premios, así que ya no me importa. Bromeo, es algo que nunca me importó. Vamos a reírnos a costa vuestra. Recuerden, son solo chistes, todos vamos a morirnos pronto», comenzó apuntando directamente a los nominados y miembros de la industria audiovisual presentes en el recinto. Eso sí, hubo un momento que destacó sobre el resto de chistes que pronunció Gervais: el dardo a Apple.

En efecto, al final de su monólogo de presentación, el cómico británico cambió el tono de su discurso: lo que había sido una sucesión de bromas sobre películas, actores y el mundo del cine tomó un giro de reflexión. Apelando a un sentido del humor inglés, y precediendo con una frase desafiante: “Es la última vez, ¿a quién le importa?”, el discurso de Gervais prosiguió de la siguiente manera:

«Apple se lanzó al juego de televisión con The Morning Show, un excelente drama sobre la importancia de la dignidad y hacer lo correcto, realizado por una compañía que dirige talleres de explotación en China. Bueno, dices que has despertado, pero las compañías para las que trabajas en China son increíbles. Apple, Amazon, Disney. Si ISIS iniciara una plataforma de steraming, ustedes llamarían enseguida a su agente, ¿no es así?

Entonces, si ganas un premio esta noche, no lo uses como plataforma para hacer un discurso político. No estás en posición de dar una conferencia al público sobre nada. No sabes nada del mundo real. La mayoría de ustedes pasó menos tiempo en la escuela que Greta Thunberg.

Entonces, si ganas, sube, acepta tu pequeño premio, agradece a tu agente y a tu Dios y vete a la mierda, ¿de acuerdo? Ya son tres horas de duración. Bien, hagamos el primer premio.«

Las expresiones en los rostros de los que se sintieron aludidos por este discurso dieron lugar a los más célebres memes resultantes de la noche, y fueron prueba de que la amonestación no cayó en saco roto.

Momentos y memes de una nueva gala de cine marcada por la política

Cuando los comentarios no son políticamente correctos, lo mejor es que pasen desapercibidos: Ricky Gervais podría sentir con todo derecho esa sensación si leyera el artículo publicado por Tendencias, bajo el título “Globos de Oro 2020: los mejores momentos (y memes) de una gala marcada por el cambio climático y la política”:

En efecto, como no hay peor sordo que el que no quiere oír, el desafiante mensaje de humor de Ricky Gervais en esta gala mereció solamente el siguiente resumen: «Presentada por Ricky Gervais, que ha mantenido un tono de humor constante en el que no ha faltado hasta una mención a Baby Yoda, ha comenzado con un divertido monólogo que ha hecho reír no solo a las estrellas de las mesas sino a todos los que lo disfrutábamos en casa.» Sorprende que nada se diga sobre el contenido de su monólogo que fue bastante más que divertido.

Sin embargo, esta nota prestó atención a la reivindicación feminista en dos episodios destacados. Uno de ellos fue titulado como “El detalle de la alfombra roja de The Crown”: Olivia Colman y Claire Foy lucieron en la alfombra roja un anillo y un pin muy especial, uno que reivindicaba una mayor paridad en el sector cinematográfico, sobre todo en lo que representa a las actrices.

Otro episodio en la misma línea mereció el título de “El feminismo de manos de Michelle Williams” y fue descrito de esta forma: “No podría haber hecho esto sin el derecho que tiene ahora la mujer de elegir”. La actriz daba el discurso más feminista y lo cerraba con una petición: «Mujeres, id a votar pensando en vuestros intereses. Es lo que llevan haciendo los hombres toda la vida». En definitiva, asistimos a una apología del aborto: lo que Williams dijo fue que debía su carrera al haber podido abortar. Y lo más triste, fue que lo dijo estando hoy embarazada.

También el cambio climático, tuvo su espacio con el título “El discurso de Russell Crowe en boca de Jennifer Aniston”: Reese Witherspoon y Jennifer Aniston juntas presentando el premio a Mejor actor de comedia ha sido el primero de muchos impactos que la gala nos daría. Después, Mejor actor de miniserie para Russell Crowe y Jennifer Aniston dando el mensaje del actor, que no ha podido asistir por estar en Australia ayudando en los incendios que asolan el país. “El problema es el cambio climático”, eran las palabras que Crowe decía en boca de Aniston, “y tenemos que hacer algo ya”. Hasta Jennifer aplaudía sus propias palabras.

La reivindicación gay también tuvo su lugar de privilegio con el título: “El maravilloso discurso de Kate McKinnon: A caballo entre lo divertido y lo emotivo, la actriz y cómica daba las gracias a Ellen Degeneres, una mujer que le hizo creer que “ser gay no era un impedimento para ser una estrella”. Un ejemplo a seguir que ha triunfado no solo por su mensaje, sino por su increíble sentido del humor.

Tampoco podía faltar la reivindicación anti-Trump, con el título de “La siempre reivindicativa Patricia Arquette”: Nunca defrauda. Los discursos de la actriz siempre dan qué hablar y en esta gala no podía ser de otra manera. Mencionando los terribles incendios de Australia, Patricia Arquette habló de un país al borde de una guerra y de una necesidad: quitar a Trump en las próximas elecciones.

Ya no tan popular, la familia tuvo su lugar, aunque la información en el artículo que estamos comentando fue la titulada como “La confesión de Charlize Therón”:  La actriz sudafricana nos regaló una divertida confesión: Tom Hanks fue su crush de juventud en 1, 2, 3 splash! El momento elegido fue la presentación del premio homenaje que se llevó el actor, y entre lágrimas, la actriz le agradecía todo lo que había hecho por ella. Sin embargo, para otros lo realmente trascendente de esta parte de la ceremonia fue la reivindicación, una vez más, de una institución que sigue tan vigente como el primer día:  «Por su parte, Tom Hanks dió uno de los discursos más emotivos que se centró en la familia y en lo que ésta significa para él, un soporte y una herramienta imprescindible para su éxito. Y que terminó con los mejores consejos para los jóvenes de manos de un gran actor que se emocionaba al recordar su trayectoria.«

La ironía de actor del El Guasón frente a lo políticamente correcto:

Pasando ahora a la cobertura de Gabriele Bruney en Esquire, titulada “Una nota de Joaquin Phoenix sorprendió a la audiencia de los Globos de Oro con un discurso censurado para TV”, encontramos el discurso de la categoría Mejor Actor, por parte del protagonista de El Guasón, quien fue interrumpido regularmente por generosos pitidos en la transmisión televisiva:

«La crisis climática parecía ser un tema. Phoenix comenzó su discurso agradeciendo a la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood por hacerse vegano con la comida de la noche, en un esfuerzo por crear conciencia sobre los efectos que tiene la recolección de subproductos animales en el medio ambiente.

Llamó a sus compañeros famosos por enviar sus buenos deseos para asuntos como el medio ambiente sin hacer esfuerzos más amplios para frustrar el cambio climático. Fue bastante puntiagudo en sus críticas, según Kyle Griffin de MSNBC , quien publicó una cita de los comentarios de Pheonix en Twitter.«

«Con suerte, podemos unificarnos y hacer algunos cambios», dijo el actor, antes de ir a la yugular. «Es genial votar, pero a veces tenemos que asumir esa responsabilidad y hacer cambios y sacrificios en nuestras propias vidas». .. no tenemos que llevar aviones privados a Palm Springs para los premios «.

Fuentes:

BIENVENIDO DISNEY SIN “AGENDA” El Rey León versión 2019

Con Jon Favreau como su productor y director, está arrasando en taquilla a nivel mundial la remake en CGI (computer-generated imagery) de una icónica película animada de Disney estrenada en 1994: The Lion King. Habrá quienes atribuyan este interés del público a la conciencia ecológica, el papel proactivo de las leonas leído en clave feminista, o incluso la importancia de la educación o formación del carácter que marca la aventura de Simba. Todo puede evaluarse, sin perder de vista que estamos ante un film de gran belleza visual, con una impresionante banda sonora, y el cual por si fuera poco nos cuenta una historia inspiradora, sin pagar peaje a ninguna agenda políticamente correcta. Disney en su mejor y más clásica expresión. ¡Lo estábamos necesitando!

Aquí va un resumen de las lecciones que cualquiera puede aprender de ella sentado en la butaca del cine: El mal existe. El mal manipula. El mal engaña. El mal es traicionero. El mal nos aísla, nos aleja de quienes nos quieren, para volvernos vulnerables. El mal es cobarde, se aprovecha de nuestras debilidades, y se ensaña con los más débiles. El mal trae siempre dolor, aunque parezca divertido y tentador al principio. El camino del mal corrompe. Cuando el mal triunfa, el resultado siempre es la decadencia. Todo desorden en los afectos lleva en sí mismo su pena. El mal nos vende que la mediocridad es lo mejor. Es fácil acostumbrarse a la mediocridad, a no exigirnos, a conformarnos con subsistir, a no comprometernos. Pero el mal solo nos esclaviza si nos dejamos esclavizar. Todo está conectado. Nada de lo que hago cae en el vacío. La esperanza nos salva. Existe la verdad, y la verdad nos hace libres. A la larga, siempre llega el fuego que purifica. Y después del fuego, viene la lluvia: el nacimiento a una nueva vida. Porque la vida puede más.

Suele decirse que  El Rey León es un Hamlet con final feliz. Sin restar importancia a la evidente intertextualidad, me animo a afirmar que esta película, centrada en un conflicto inherente a la condición humana, bien puede leerse como una alegoría de la realidad actual de occidente, y de nuestro camino como humanidad hacia la fe. Simba nace en la abundancia, es un hijo amado por su padre, se vuelve arrogante, cae en desgracia, vaga solo y perdido por la intemperie, necesita ser rescatado, ser encontrado, perdonado y redimido para nacer a una nueva vida. Y abraza esta redención. Scar, en cambio, toma el camino opuesto: es el tentador, el que divide, el que acusa, el que traiciona, el que miente, el que antepone a todo sus intereses personales. Es incapaz de ofrecer misericordia, tanto como de aceptarla. Por todo ello no es digno de ser rey. Porque como textualmente lo verbaliza el personaje de Nala, “El poder de un verdadero rey es su compasión”.  

El film nos regala una sana relación entre los reyes y su pueblo. Totalmente ajenos a la visión explotadores–explotados, vemos varios personajes fuertes que se complementan, siendo a su vez ellos también reyes de sus propias vidas. Y lo hacen con la gracia particular de Pumba, Timón y muchos otros que brillan con individualidad y luz propia, en forma consistente con la visión antropológica occidental.

¿Hay o no lecturas importantes para sacar en limpio de todo esto? Ningún resumen que haya podido acercarles compite con la experiencia, y consideradas las reglas del campo cultural en el que hoy estamos inmersos, esta es una experiencia tan satisfactoria como poco común. No la dejen pasar.

Laura Álvarez Goyoaga