Autor: Sentido Común
Don Jacinto Vera. «El misionero santo» en Buen día Uruguay
«Don Jacinto Vera. El misionero santo» en La Mañana en Casa
«Don Jacinto Vera. El misionero santo» en Arriba Gente
Marketing 5.0: camino a la universalidad
El marketing evolucionó ampliando su foco de preocupación e incorporando los nuevos desafíos del entorno cambiante, haciéndose más universal, amplio e inclusivo. La visión del maestro Philip Kotler nos da una excelente guía para analizar esa evolución.
La clasificación parte del Marketing 1.0, enfoque típico de la década del 60 pero aún vigente en algunos mercados no desarrollados, cuando solamente importa la producción y el producto. Luego, con el 2.0, las empresas descubren la necesidad de comprender y atender a los consumidores en sus comportamientos e intereses diversos.
La evolución llevó luego al Marketing 3.0, que marca una nueva ampliación en el foco de los negocios. En una nota al inicio del libro Mercadeo 3.0 A partir de productos a los clientes al Espíritu Humano, de Philip Kotler y Hermawan Kartajaya, se cuenta que el origen de la idea de marketing 3.0 fue conceptualizado por primera vez en Asia en noviembre de 2005 por un grupo de consultores en marketing. En este enfoque central los consumidores son reconocidos seres humanos, con toda su complejidad y singularidad, con valores detrás de sus acciones y comportamientos. Con ello, las marcas deben mostrar sus valores y las causas que defienden y las estrategias de personalización se dirigen específicamente con cada persona. No es casualidad que, en su esfuerzo por entender mejor el mundo de las relaciones de marketing, estos autores se inspiraron en la Biblia, la más universal guía de comportamiento humano, y enunciaron 10 mandamientos para tener éxito en esta era del marketing digital:
- Ama a tus consumidores y respeta a tus competidores.
- Sé sensible al cambio, prepárate para la transformación.
- Ofrece siempre un buen producto a un precio justo.
- Sé accesible siempre y ofrece noticias de calidad.
- Consigue a tus clientes, mantenlos y hazlos crecer.
- No importa la naturaleza de tu negocio, siempre será un negocio de servicio. La marca es sagrada y todos deben saber cuáles son sus valores. La coherencia es fundamental.
- Diferénciate siempre en términos de calidad, coste y tiempo de entrega.
- Archiva información relevante y usa tu sabiduría al tomar una decisión.
- Comunicación. Es importante tener un trato directo con la clientela. Intenta crear un contenido de interés.
- Segmentación del mercado. Busca a quienes más se pueden beneficiar del producto o servicio ofertado.
Muy cercana llegó la nueva fase de la mano de la economía digital: el enfoque volvió a ampliarse hacia el Marketing 4.0, que reconoce y adopta un cambio sin precedentes en la irrupción de la tecnología en la vida de las personas, que abarca todos sus ámbitos y relaciones.
Pero el cambio en la sociedad y en ecología que acompañó al cambio tecnológico fue en muchos sentidos disruptivo y fue necesario ampliar el enfoque hacia el Marketing 5.0. El 5.0 combina la centralidad en la persona del 3.0 con el avance tecnológico del 4.0, añadiendo la preocupación por la inclusión y la sostenibilidad. El llamado de Philip Kotler es muy concreto: dirigir las nuevas tecnologías para el bien de la humanidad.
Con el 5.0 en la era post COVID-19, el marketing puede basarse en datos, ser predictivo, contextual, aumentado y ágil. Con el Big Data las decisiones pueden y deben basarse en datos. Con el Marketing Ágil se pueden instrumentar equipos descentralizados, multidisciplinarios y colaborativos para aumentar la eficiencia y agilidad de las estrategias de marketing. Con Análisis Predictivo se pueden encontrar patrones de comportamiento y tendencias de mercado que permiten predecir los resultados y prepararse mejor para las oportunidades y amenazas. El Marketing Contextual puede utilizar sensores e interfaces digitales para crear experiencias personalizadas al mundo físico. El Marketing Aumentado refiere al uso de tecnologías tales como chatbots y asistentes virtuales, capaces de imitar las interacciones humanas de forma más ágil y segura.
Esta evolución hacia una visión más universal y amplia del marketing es muy saludable y bienvenida, siempre que no pierda de vista la centralidad en la persona humana, su individualidad y complejidad, identificadas por el 3.0. Para cuidar estos avances, es preciso tomar conciencia de que la evolución del marketing desde el 1.0 al 5.0 fue acompañada del crecimiento de nuevas oportunidades y también de nuevas amenazas.
La universalidad es un objetivo caro y complejo, que requiere preparación, cuidado y decisión, para evitar ser objeto de manipulación. Los profesionales de marketing deberán cada día más estar formados en filosofía, ética, virtud, si quieren ser suficientemente universales en lo social, en lo geográfico y también en lo histórico. Quizás ahí esté el desafío del Marketing 6.0 o de alguno de sus sucesivos: la universalidad en el tiempo, con centro en la persona humana y más allá la ecología.
Si las marcas quieren trascender generaciones, deben ser capaces de construir relaciones resistentes a la caducidad de lo políticamente correcto, distinguiendo la virtud que no perece de los valores que un día son abrazados y otros repudiados por el mismo público, evitando los modelos de inclusión que excluyen y agreden a las relaciones del mañana. Bienvenidos los nuevos desafíos de un marketing cada día más universal.
Mag. Pablo Torres
Yo, Tonya: tragedia y resiliencia, en tono de comedia
Yo, Tonya (I, Tonya – 2017) se basa en la vida de Tonya Harding, una redneck de familia disfuncional, que abandonada por un padre con quien tenía una buena relación, quedó a cargo de una madre abusadora. Tonya dejó muy pronto sus estudios y aprendió a patinar sobre el hielo, soportando las severas exigencias de esa mamá antipática que, interpretada por Allison Janney, le mereció a esta un Oscar como mejor actriz de reparto.
Su matrimonio con un joven de Portland solo sirvió para prolongar una vida marcada por el abuso y la violencia. Pero a pesar de todo, y de la discriminación que sufrió en un ambiente deportivo elitista, esta chica triunfó como patinadora artística por los años 90, llegando a ser campeona en su país y a competir a nivel olímpico. Entre sus muchos logros, fue la única patinadora norteamericana que logró hacer una figura acrobática denominada el triple Axel. Sin embargo, su carrera dio un vuelco inesperado y trágico. Cuando apenas tenía 23 años, Tonya quedó implicada en un oscuro incidente: la agresión a una de sus compañeras del equipo olímpico, Nancy Kerrigan.
Craig Gillespie, su director, nos narra esta historia en una delirante mezcla de biopic-falso documental-comedia negra. Está excelente en el protagónico la actriz australiana Margot Robbie, quien le da a su Tonya potencia y emotividad.
Yo, Tonya no es un film sutil. Por momentos, puede llegar a parecer un compendio del sufrimiento que no eleva, que no lleva a crecer, que no redime. Pero está muy bien hecho, y como toda narrativa lograda, permite detonar en el espectador la reflexión sobre muchos temas, como personas y como sociedad.
Sirve para que cuestionemos la diferencia entre verdad y perspectiva: ¿Cuánto de verdad sabemos acerca de una situación a través de la prensa? ¿Eso nos alcanza para juzgar a alguien? ¿Cuánto nos esforzamos por informarnos adecuadamente? ¿Qué tan rápido aceptamos como verdad lo que en realidad son preconceptos? Y a la inversa: ¿qué tan rápido nos dejamos convencer por una película, y la tomamos como la verdad?
También nos permite reflexionar sobre los dones y los talentos, y cómo muchas veces, estos pueden convertirse en una condena para aquel que los recibió. Sobre cómo es fundamental la educación y un camino de virtud a la hora de hacerlos florecer.
No es un tema menor el detenernos a analizar cuánto determina el futuro de una persona el contexto en el cual fue formada, más allá del libre albedrío. Frente a la historia de Tonya, es imposible no plantearse cómo la vida de esta chica pudo haber sido totalmente distinta si hubiera nacido en otra familia, en otro lugar, o en otro momento histórico.
Y sin dudas nos invita a ponderar la importancia de cultivar la resiliencia: la sonrisa de Tonya en las competencias es como una máscara superficial que esconde su angustia profunda. Pero su voluntad nunca se dobla, porque Tonya es una luchadora, una superviviente.
Un combo que, en su conjunto, hace de Yo, Tonya una película fascinante.
Laura Álvarez Goyoaga
CRIMEN Y CASTIGO de Fiódor Dostoyevski
Pecado, culpa y redención
Fiódor Dostoyevski, nacido el 30 de octubre de 1821 en Moscú, es uno de los escritores rusos más leídos de la historia. Sus obras realistas se caracterizan por una aguda visión de la naturaleza humana, con profundos análisis de la psicología y las emociones de los personajes. Crimen y castigo, escrita en 1866 es una de sus novelas más conocidas. Adaptada en numerosas versiones para cine y televisión, ha permeado nuestra cultura en diferentes niveles de intertextualidades.
En vida, Dostoievski pasó por etapas complicadas, en lo económico y en lo personal. Fue el segundo de los siete hijos de un médico del Hospital para pobres. Creció en el mismo edificio del manicomio, con vista a un cementerio, y a un patíbulo. Tragedias familiares y problemas de salud mediante, decidió dedicarse a la literatura. En 1849, arrestado por las fuerzas zaristas, fue condenado a muerte. Cuando ya había sido trasladado al sitio donde sería fusilado, a último momento, se le conmutó la pena capital por cuatro años de trabajos forzados en Siberia. Durante este período, marcado por frecuentes ataques de epilepsia, leyó la Biblia en prisión y vivió un profundo proceso de conversión.
Un gigante de la literatura universal, fue además un cristiano de profunda fe. Sus pasionales historias, hondamente filosóficas y espiritualmente removedoras, se centran en la exploración de las conflictivas vidas de sus personajes, de la necesidad de una fuerza moral en el universo, de la lucha entre el bien y el mal, del valor supremo de la libertad y del individuo. En esta línea, Crimen y castigo es un estudio de la psicología del pecado, la culpa y la redención, que se queda con el lector mucho después de terminar la última página.
La trama de Crimen y castigo es bastante conocida: Raskolnikov, un joven intelectual ruso deslumbrado por las ideas de la Ilustración, se ha visto forzado a abandonar sus estudios universitarios por la pobreza que asola a su familia. Conforme a su postura filosófica, adhiere a la teoría de que él es un ser superior, con el poder de tomar decisiones de vida o muerte en nombre de la humanidad. Así, para solucionar sus problemas, resuelve asesinar y robar a una vieja prestamista, malvada y codiciosa, a la que considera un parásito cuya vida miserable conviene extinguir. En su ilustrada y lógica opinión que ningún marco moral puede restringir, el mundo estará mejor sin ella. El fin justifica los medios, por lo tanto, armado con un hacha Raskolnikov perpetra el brutal crimen, asesinando también a la hermana inocente de la prestamista, quien tiene la desgracia de sorprenderlo en acción.
El retrato que Dostoievski hace de su protagonista es complejo y minucioso. Atormentado por la culpa y el aislamiento, Raskolnikov terminará por confesar y por redimirse espiritualmente, no sin que medie para esta conversión un torturado proceso interior que lo conducirá a prisión y a la gracia de Dios, por el camino de la humildad. El lector no es testigo de este arrepentimiento; el autor solo revela cómo el amor de Sonya, una muchacha pobre que ha debido prostituirse para salvar a su familia, pero ha elegido dejarse amar por Cristo y amar a los demás por amor a Él, le abre el camino de la salvación. Así, “Juntos fueron resucitados por amor”.
Dostoievsky, el autor, vio la verdad del hombre a la luz de la verdad de Cristo. Comprendió que la alegría y la esperanza están al alcance hasta de los más pobres y desesperados, porque el valor y el sentido de la vida solo se encuentran a través del encuentro con Dios. Y así lo plasmó en su obra.
Crimen y castigo fue escrito en un marco histórico específico, el de la Rusia zarista del siglo XIX. Uno muy diferente a este por el cual transitamos los cristianos de hoy. Sin embargo, la historia no ha perdido vigencia. Hoy, como entonces, la fe es el camino para la salvación, y solo somos auténticamente libres cuando descansamos en la voluntad de Dios. Cuando nos tomamos a Dios enserio. Cuando aceptamos que el mal, las fuerzas oscuras de la irracionalidad, la crueldad, la violencia, la furia, existen y actúan. Cuando abrazamos la aventura de seguir a Jesús. Cuando dejamos que nuestras dudas fortalezcan nuestra fe. Cuando aceptamos que solo el amor es el camino.
¿Qué tan lejano a nuestra experiencia cotidiana se encuentra el mundo de Raskolnikov y Sonya? En el momento actual, cada vez más y más personas parecen creer que tienen el derecho a vivir por encima de las leyes morales o civiles, cuanto más por encima de los principios básicos de la moral cristiana. Asesinatos, abortos, suicidios, robos, actos terroristas, eutanasia, el relativismo, el materialismo… sobran los ejemplos para ilustrar estos extremos. El sentimiento subjetivo, apoyado en la falta de compromiso y de responsabilidad parece permear la conducta de grandes mayorías.
Frente a esta realidad, es válido mirar nuestra época desde el paradigma de Dostoievski en el camino de Raskolnikov, el agobiado protagonista de Crimen y castigo. Cada uno de nosotros tenemos algo de Raskolnikov, compartimos su naturaleza. Esa, en esencia, es la clave para comprender la compleja espiritualidad detrás de la prosa. Es lo que hace que esta novela sea tal vez más relevante hoy que en la época de su primera publicación.
Crimen y castigo nos recuerda que desesperar no es de cristianos. Que en lugar de dejarnos ganar por el desaliento, debemos amar a Dios, amar su ley, y vivirla en el amor. Esperar, observar en el amor hacia el prójimo, del mismo modo que Dios espera y nos mira con amor. Esperar con el arrepentimiento y la paciencia de Sonya, testigo del milagro de la redención de Raskolnikov. En la novela, el espejo bíblico de este milagro se encuentra en la historia de la resurrección de Lázaro: así como Lázaro murió y fue devuelto a la vida por Jesús, en Crimen y castigo la muerte espiritual del asesino arrepentido no es permanente ni irreversible. También él puede volver a la vida; reconciliarse con Dios y con los hombres. La gracia de Dios es el tema central de la trama que envuelve a estos personajes. La novela se cierra con un mensaje de esperanza: a través de la humildad y el amor, hasta el hombre más vil puede alcanzar la misericordia.
En su nivel básico, Crimen y castigo se nos presenta como un estudio de contrastes: amor y odio, bien y mal, juventud y vejez. Pero la contraposición más importante es la que subraya entre la opresión del pecado frente a la inconmensurable libertad de la gracia de Dios. Este atormentado estudiante, que percibe como su mayor debilidad la incapacidad de librarse de la culpa frente a lo que intelectualmente concibió como un acto de justicia social y humana, en el marco de esta convicción, aún en libertad estará condenado a la cárcel de su ceguera. Y recién cuando esté físicamente preso, conocerá la auténtica libertad. A pesar de sus pecados pasados, en el amor de Dios, será un hombre nuevo. No existe un abismo tan profundo que pueda superar la grandeza de la gracia. Este es el glorioso mensaje cristiano que Dostoievski con tanta maestría y experticia nos deja en su libro.
“Vivir sin esperanza es dejar de vivir” escribió Dostoievski. El 9 de febrero de 1881 falleció en San Petersburgo. En su lápida puede leerse el siguiente versículo de San Juan: «En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere produce mucho fruto».
Laura Álvarez Goyoaga
e-book para jóvenes: belleza y singularidad de cada vida
Manual de Bioética para Jóvenes: respuestas sencillas basadas en información técnica precisa y rigurosa, que la fe cristiana llena de sentido.
El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida publicó el Manual de Bioética para Jóvenes, creado por la División de Servicios Web del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede junto a la Fundación Jérôme Lejeune.
“Con el Manual de Bioética queremos ofrecer a los jóvenes de todo el mundo una herramienta práctica y actualizada para responder a algunas de las preguntas que se anidan en sus mentes ante los grandes retos que plantean los avances científicos y tecnológicos. Respuestas claras, sencillas y completas que pueden ayudar a los jóvenes a comprender la verdad sobre la belleza y la singularidad de cada vida humana”, declara el cardenal Kevin Farrell, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.
Según el Presidente de la Fundación Jérôme Lejeune Jean Marie Le Méné: “el Manual de Bioética para Jóvenes presenta de forma objetiva las grandes cuestiones de la bioética, que todos se plantean. Teniendo como base la ciencia y la razón, pero en el horizonte último de la teología y del Magisterio de la Iglesia, Keys to Bioethics permite al lector comprender de forma sencilla, gracias a una información precisa y rigurosa, que la vida humana es bella y que es necesario tener una mirada de asombro hacia ella, para eliminar los obstáculos que enturbian nuestra comprensión de la misma. Si estas páginas consiguen aumentar nuestro conocimiento sobre la vida y hacernos comprender que todos tenemos una misión como custodios de cada vida humana, entonces habrán conseguido su objetivo”.
La publicación está disponible en forma gratuita en formato e-book en 4 idiomas (italiano, inglés, español y portugués) en formato e-book.
El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida fue instituido por el Santo Padre Francisco, el 15 de agosto de 2016, asumiendo las competencias y funciones que pertenecían al Consejo Pontificio para los Laicos y al Consejo Pontificio para la Familia. Cuenta con un equipo propio de miembros y consultores, incluyendo laicos – hombres y mujeres, solteros y casados– que trabajan en diversos campos de actividades y proceden de diferentes partes del mundo. Es competente en aquellas materias que conciernen a la Sede Apostólica en cuanto a la promoción de la vida y el apostolado de los fieles laicos, la atención pastoral de los jóvenes, de la familia y su misión, según el designio de Dios, y la protección y el apoyo de la vida humana. En relación a estos temas, el Dicasterio promueve y organiza congresos internacionales y otras iniciativas que tomen en cuenta tanto el ámbito eclesial como aquél más amplio de la sociedad.
http://www.laityfamilylife.va/content/laityfamilylife/es/il-dicastero/il-prefetto.html
Cardenal Sturla: La Alegría de la Salvación
La Carta Pastoral del Arzobispo de Montevideo, Cardenal Daniel Sturla, “Devuélveme la Alegría de la Salvación”, está recorriendo caminos seguramente impensados por su autor.
La histórica parroquia de San Patricio en Miami Beach, Estados Unidos, la ha compartido en su página de inicio junto a unos pocos documentos relevantes y actuales sobre la vida de la Iglesia Católica en los Estados Unidos y del mundo.
Compartimos el link e invitamos a los lectores a leer o volver a leer esta invitación a la fe que está siendo descubierta en distintas partes del mundo.
“SUPONGAMOS QUE…”
CS Lewis y las Crónicas de Narnia
Mucho se ha teorizado acerca del supuesto significado verdadero de la simbología en las Crónicas de Narnia, la clásica saga para niños escrita por C.S. Lewis. En el año 1954, el propio Lewis escribió una carta a los alumnos de quinto grado de una escuela de Maryland, donde les explicó su proceso creativo en función del punto de partida “supongamos que”. “No me dije a mí mismo ‘Representemos a Jesús como Él realmente es en nuestro mundo, como un león en Narnia’, sino que me dije ‘Supongamos que existe una tierra como Narnia, y que el Hijo de Dios, como se hizo hombre en nuestro mundo, se hizo un león allí, y después imaginemos lo que puede pasar’”.
Clive Staples Lewis (1898-1963), fue uno de los más importantes autores cristianos del siglo XX. Profesor de literatura en Cambridge y Oxford, escribió crítica literaria, apologética, filosofía, teología, ciencia ficción y fantasía. Su conversión del ateísmo a la fe lo movió a una impresionante tarea evangelizadora a través de la producción cultural. Son famosos varios de sus libros, como Cartas del Diablo a su sobrino, Mero Cristianismo, y El gran divorcio, entre otros. Pero sin dudas el público del siglo XXI lo conoce más por la excelente adaptación cinematográfica de sus Crónicas de Narnia.
En Oxford, donde fue primero estudiante y luego profesor, conoció a otro gran intelectual de la época: J.R.R. Tolkien, quien fue determinante en su proceso espiritual. Tolkien y Lewis fueron grandes amigos. Los dos académicos solían argumentar sobre varios temas, particularmente sobre religión. Fue Tolkien quien convirtió a Lewis al cristianismo, a lo largo de una caminata por los jardines de Oxford, que duró toda la noche y culminó en el amanecer y la revelación.
Ambientadas en la Inglaterra de la Segunda Guerra Mundial, las Crónicas de Narnia cuentan la historia de cuatro niños (los hermanos Pevensie: Lucy, Edmund, Peter y Susan), evacuados de los bombardeos en Londres a la casona rural de un excéntrico profesor. Mientras juegan a las escondidas, Lucy descubre que a través de un viejo armario se llega al mundo mágico de Narnia, una tierra muy parecida a nuestro mundo, donde conviven con los humanos criaturas fantásticas relacionadas con la mitología clásica, envueltas en la eterna lucha entre el bien y el mal. Su gesta los llevará a luchar junto al rey león Aslan, contra la Bruja Blanca, para revertir el malvado hechizo que asola a Narnia con un invierno eterno.
Dirigida al público infantil, Narnia, una saga fantástica muy diferente de El Señor de los Anillos, es una exquisita mezcla de magia y mito con subtexto espiritual. Podemos decir que, como la obra cumbre de Tolkien, es un trabajo “fundamentalmente religioso”. Pero mientras que el autor de El Señor de los Anillos invita al lector a descubrir las raíces cristianas dentro de la historia, Lewis las deja claras sobre la superficie, de una manera inconfundible e inevitable.
En estudios literarios, una alegoría es una sucesión de metáforas, una historia donde cada elemento presente simboliza otra cosa, con el fin de dar a entender una cosa expresando otra diferente. Tanto Tolkien como Lewis eran lectores de las alegorías clásicas. El primero manifestó expresamente que no lo convencía, para narrar sus historias, ese recurso. En cuanto a Lewis, se ha señalado por buena parte de la crítica, en las historias del complejo e intrincado universo de Narnia por él creado, un contenido alegórico profundo, aunque cueste encasillarlas cien por ciento en tal formato.
La presencia de símbolos y temas cristianos a través de las Crónicas es notoria. Por ejemplo, los varones aparecen designados como “hijos de Adán” y las niñas como “hijas de Eva”. Edmund refleja la imagen del hombre caído, la debilidad frente a la tentación y el pecado. Aslan, el león, es una representación de Jesús, que da su vida para salvar al traidor, y luego resucita glorificado. Susan y Lucy representan a las mujeres que acompañaron a Jesús en su agonía y se encargaron de su cuerpo tras la muerte. Y podríamos seguir con paralelismos.
Si el objetivo es aquilatar el verdadero impacto de estas historias escritas por Lewis, éste bien puede resumirse en un efecto iluminador. Por encima del racionalismo y materialismo propios de su época, que también informa la nuestra, las historias de Narnia van desmitificando uno tras otro los tabúes contemporáneos, imbuidos de corrección política.
En Narnia existe la pura bondad, una cualidad como mínimo sospechosa para nuestra cultura del escepticismo, con todos los atributos asociados a ella, hoy desvalorizadas: la nobleza, el valor, la cortesía, la pureza, la alegría, el aprecio por lo bueno, la perfección. El mal, por su parte, ha perdido la capacidad de regocijarse o creer en cualquiera de las cualidades anteriores, y el infierno aparece como el lugar donde todo es grotesco, cruel, violento, odioso. A través de sus historias, Lewis nos despierta a estos dos conceptos, el bien y el mal absolutos, dos enormes categorías que también hoy corren el serio riesgo de desdibujarse en un mar de relativismo.
Luego tenemos las encarnaciones del mal. Lo encontramos en el malhumor, el egocentrismo y la malicia de Edmund, y en la forma como él sucumbe a la tentación. También en la Bruja Blanca, símbolo de los ángeles caídos o del mismo Satán, que seduce a Edmund con una mera parodia de amabilidad, porque nada en el mal es auténtico. En Narnia, como en nuestro mundo, el mal es deshumanizante, y no aparece de manera súbita en el curso natural de las cosas. Un mal menor lleva gradualmente a otro mayor. En sintonía con esto, si algo queda claro en la narrativa de Lewis, es que somos capaces de aplaudir la traición, el cinismo, la cobardía, la pusilanimidad, el egoísmo… pero no podemos convertirlas en algo atractivo.
Finalmente, no podía faltar en una buena historia cristiana, la idea de redención. El ejemplo más emblemático de ella es la salvación de Edmund, que rescatado del mal se convierte en una buena persona. En la última entrega de la saga, cuando un personaje le pregunta a Edmund si conoce a Aslan, la respuesta del muchacho tiene un indudable contenido teológico: “Bueno… él me conoce a mí”.
Lo cierto es que las Crónicas de Narnia se han consolidado como obras literarias perdurables, fascinantes para ateos y creyentes, para académicos y no académicos, para niños y adultos. Ello tiene que ver con su contenido removedor: cuentan una historia que nos permite descubrir verdades profundas sobre nosotros mismos. Nos ayudan a comprender que la búsqueda de la virtud implica derrotar el poder del pecado, y abrazar el poder del bien. Y que para ambas cosas, necesitamos la gracia de Dios.
El simbolismo religioso de Lewis nos reafirma que nuestras intuiciones más profundas siempre nos llevan a la verdad; que hay una fuerza maravillosa en el corazón del universo, y que estamos llamados a encontrarla, abrazarla y adorarla.
En la frontera de Narnia, Aslan le dice a Lucy y a Edmund que él existe también en su mundo, donde tiene otro nombre: “Esa es la razón por la cual ustedes fueron conducidos hasta Narnia, para que habiéndome conocido aquí por un breve lapso, sean capaces de conocerme mejor allí”. Visto con esta simplicidad, mayores explicaciones o análisis parecen irrelevantes.
Laura Álvarez Goyoaga